El presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, Jorge Eduardo Lozano, analizó los desafíos que tendrá el próximo Papa. En diálogo con DIARIO DE CUYO, el obispo de Gualeguaychú recordó además los aspectos más sobresalientes de la era de Benedicto XVI.
-¿Cuáles son los aspectos que más se han destacado en la gestión de Benedicto XVI?
-Su claridad en las normativas acerca de los procedimientos ante casos de pedofilia o de abuso sexual de parte de sacerdotes. En esto ha sido muy estricto y ha tenido normas claras.
-¿Cuáles son los desafíos que debe enfrentar el próximo Papa?
-Hay algunos países europeos que vienen con un proceso sostenido de descristianización como España, Francia, Italia y Alemania. Hay comunidades que van envejeciendo. Lugares donde los padres no bautizan a sus hijos, donde no participan como antes en cuanto a la catequesis. Esto va marcando una pérdida progresiva de la práctica de la fe cristiana. Además, hay lugares del mundo en los que vivir la fe implica persecución y hasta martirio. Son países de origen musulmán donde la práctica de la fe está penada como proselitismo. En la India también hay dificultades. Hay que hacer un camino de diálogo interreligioso para garantizar la libertad religiosa.
-¿Qué se puede esperar de la convivencia entre Ratzinger y su sucesor?
-Entiendo que el deseo del Papa es ir a un monasterio y dedicarse a la vida de oración y estudio. Así que no creo que haya dificultad en cuanto a la convivencia. Él es muy prudente y sensato.
-¿Qué impacto podría tener que haya un Papa negro?
-Me parece que al interno de la Iglesia no causaría ninguna sorpresa porque estamos acostumbrados a que en las últimas décadas se han cambiado costumbres importantes. Por un lado, de siglos de haber papas italianos, de pronto hubo uno polaco y después uno alemán. Después de siglos de no tener la renuncia de ningún Papa, Benedicto XVI renuncia. Así que si, después de siglos, pueda haber un Papa africano, americano o de algún otro continente no me parece que provoque sorpresas internas en la Iglesia. Sí tal vez comunicacionalmente sea algo de destacar si es de algún otro continente que no sea el europeo.
-¿De qué nacionalidad sería conveniente que provenga un Papa?
-No es de tanto peso la nacionalidad como la posibilidad de entender estos fenómenos de alcance global y percibir también los procesos que regionalmente son distintos y que se van dando de otra manera.
-¿Lo sorprendió la renuncia de Ratzinger?
-En un primer momento sí. Luego fuimos atando cabos y recordando conversaciones que teníamos. Algunos suponíamos que iba a renunciar hacia fines de noviembre. Él había expresado que si veía que no le daban las fuerzas o estaba en alguna situación de enfermedad iba a considerar la posibilidad de renunciar. En octubre lo vimos bastante caído. Así que nos sorprendió pero después recordamos y nos dimos cuenta que esto obedece a un proceso de meses en que ha ido pensando en su salud y hablando con su médico, que le dijo que no estaba en condiciones de hacer viajes largos. Calculo que esto habrá pesado en su decisión.
-¿Hay chances de que el próximo Papa sea latino?
-Hay un proceso que comenzó Pablo VI de internacionalización de la curia vaticana y de la cantidad de cardenales. Ese proceso fue profundizado por Juan Pablo II y continuado por Benedicto XVI, al designarse cardenales de distintos lugares del mundo y esto es una señal de la universalidad de la Iglesia. Si bien el Papa es el obispo de Roma hay una mirada global. Más allá del continente, quien sea electo debe tener mirada global.
-¿Cuál sería el mayor beneficio de tener un Papa joven?
-La edad puede ayudar mucho en cuanto al dinamismo que pueda tener la tarea. Juan Pablo II le ha dado al pontificado en los primeros años un empuje muy grande en la visita por todos los continentes. A nuestro país vino dos veces: en 1982 y 1987. Visitó prácticamente todos los países de América Latina. Así que la edad es un factor importante a la hora de pensar el tipo de agenda que pueda tener un Papa.
-¿Entonces hace falta modificaciones en cuanto a la edad del Papa?
-Es factible que tras la renuncia de Benedicto XVI se pueda plantear alguna cuestión al respecto. De hecho, los obispos diocesanos tenemos la norma de presentar la renuncia a los 75 años. Eso en principio costó aceptarlo hasta que se vio que era una medida prudente y sensata que ayudaba a la tarea pastoral. Probablemente con este antecedente en algún momento se plantee. Pero hoy por hoy no hay un planteo respecto a la edad del Papa y hasta qué momento es conveniente que esté.
-¿Cuál fue el acercamiento más significativo de Benedicto XVI con Argentina?
-Me parece que fue importante la celebración del aniversario de la mediación papal de Juan Pablo II que evitó el conflicto con Chile y que ha tenido hace unos años la presencia en el Vaticano de las presidentas de Argentina y Chile.
-¿Cómo evaluaría la relación entre Benedicto XVI y la gestión kirchnerista?
-Me parece que ha tenido distintas etapas. Uno de los conflictos que aún está sin resolver tiene que ver con el vicariato castrense. Pero bueno serán cosas que habrá que seguir dialogando y habrá que ver que avances podrá tener la gestión del próximo Papa en este tema.