El presidente estadounidense, Barack Obama, que mañana cumplirá 100 días de Gobierno, heredó una economía en caída libre cuando asumió en enero.
El tema ha dominado su agenda, a tal punto que llegó a desplegar un enorme paquete de estímulo para combatir esta crisis global que afectó a las automotrices y otros sectores.
Expertos coinciden en que el ritmo de declive económico podría estar moderándose, pero predicen que una recuperación no comenzará hasta más adelante este año y que inicialmente podría ser anémica.
Los estadounidenses parecen dispuestos a ser pacientes, pues más de dos tercios de los encuestados en sondeos han dicho que aprueban el trabajo de Obama. Pero el presidente ha reconocido que su capacidad para ganar un segundo mandato probablemente dependerá de lo bien que marche la economía.
En ese rumbo, Obama puso en vigor su paquete de estímulo a dos años por 787.000 millones de dólares. El presidente dijo que el plan, una mezcla de proyectos de gasto en obras públicas y recortes de impuestos para la clase media, salvará o creará más de 3,5 millones de empleos. Los republicanos criticaron el costo del plan y dijeron que ensancharán el déficit fiscal sin impulsar el crecimiento económico.
En febrero Obama presentó un presupuesto de 3,55 billones de dólares. Calificado por algunos como excesivamente ambicioso, el plan es para poner a la economía sobre una base más firme a largo plazo.
