Sin parar. En medio de la noche, mineros, ingenieros, expertos en explosivos y bomberos seguían cavando para llegar al lugar (71 metros) donde creen se encuentra Julen.

El rescate Julen, el niño de dos años que cayó a un pozo en la localidad de Totalán (Málaga, sur de España), el pasado 13 de enero, volvió a encallarse ayer a sólo 65 centímetros de llegar al lugar donde se encuentra el pequeño, por la extrema dureza del terreno.

Tras más de 24 horas de excavación ininterrumpida, los mineros avanzaron 3,15 metros, con lo que se encuentran a menos de un metro del lugar donde creen que está Julen. No obstante, los últimos centímetros están siendo muy difíciles, ya que los expertos encontraron cuarcita, uno de los minerales más duros del mundo, lo que los obligó a realizar la cuarta minivoladura consecutiva que retrasa por enésima vez el operativo. Cada vez que realizan este proceso, los mineros suben a la superficie y son los especialistas en explosivos de la Guardia Civil los que intervienen y detonan la carga, lo que demora más de una hora. En medio de una gran expectativa mediática, el operativo de rescate entró ya en sus momento decisivos, con lo que los nervios aumentan a la espera de saber el estado de salud del niño, cuya supervivencia sería un milagro.

En el lugar se instaló un hospital de campaña, por si es necesaria una atención médica urgente, y la Guardia Civil trasladó tres helicópteros a la zona por si se debe proceder al traslado del menor hacia algún centro médico.

Los mineros intervinieron el jueves en la fase final, luego de once días de intensos y dificultosos trabajos de ingeniería para perforar un túnel vertical al pozo en el que cayó el menor. Por medio de una cápsula bajaron a la zona más profunda del túnel y desde allí se abrieron camino de forma manual con martillos hidráulicos y sosteniendo el techo y los laterales con madera, una técnica típica de la minería tradicional del carbón. Julen, quien se precipitó en el pozo mientras jugaba, se encontraría debajo de un "tapón de tierra" situado a 71 metros de profundidad, con lo que la única esperanza de que siga con vida es que se haya formado una "bolsa de aire" que le permita respirar. Mientras continúa la angustiosa espera, los padres de Julen tuvieron que hacer frente, incluso amenazando con acciones legales a las personas que están difundiendo rumores infundados en las redes sociales, que fueron desmentidos por la Guardia Civil, acerca de su presunta responsabilidad en la caída del niño, lo que los convertirá en culpables de un homicidio involuntario.