Dos semanas después del mortal terremoto de 9 grados, que asoló al noreste de Japón, la planta de energía atómica de Fukushima sigue siendo el epicentro de una crisis nuclear que dio ayer nuevos sobresaltos, tras pasar cerca de 15 días con el sistema de refrigeración dañado.

En el día de ayer, la unidad 3, considerada la más peligrosa porque además de uranio contiene plutonio, disparó las alarmas al detectarse en ella agua con un elevadísimo nivel de radiación, 10.000 veces superior al que tiene el agua en el interior de un reactor en funcionamiento.

Tras esta señal de alerta, el primer ministro japonés, Naoto Kan, dijo en conferencia de prensa que la situación sigue siendo "muy imprevisible", a lo que agregó que la crisis no está aumentando. Pero subrayó que "estamos haciendo esfuerzos para evitar que empeore. Debemos seguir estando en guardia'.

Mientras que por su parte, la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón, admitió que el agua podría haberse filtrado desde el núcleo del reactor 3 por un posible daño en su vasija, en sus válvulas o en las tuberías que lo conectan a las turbinas.

En este marco, ayer, 3 operarios resultaron expuestos a elevados niveles de radiación cuando trabajaban en el depósito de turbinas de la unidad 3 con los pies cubiertos por ese líquido, de los cuales dos debieron ser hospitalizados por graves quemaduras.

Además, según la información de la agencia local Kyodo, ayer se detectó agua también altamente radiactiva en los edificios de turbinas de las unidades 1 y 2 de la central nuclear.

Sumándose a la alarma nuclear, la Comisión Preparatoria del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBTO), informó que se considera probable que la radiación puede dar la vuelta al mundo en 2 o 3 semanas. Estos datos surgen ya que una semana después de que se produjera el terremoto, los niveles de radiación habían ascendido en California, EEUU, y el martes pasado ya habían detectado radiación en Islandia. Alemania también informó que detectaron en el aire la presencia de partículas de yodo radiactivo, aunque en cantidades no perjudiciales.

Según el último recuento de la policía, al menos unas 10.066 personas murieron y otras 17.452 están desaparecidas, mientras que cerca de 250.000 evacuados residen en 1.900 refugios. Además, hay más de 18.000 casas destruidas y más de 130.000 edificios dañados, y las estimaciones iniciales hablan de daños en viviendas y carreteras por entre 139.000 y 217.000 millones de euros.

Ayer, el ministro portavoz, Yukio Edano, dijo que el área de evacuación se mantiene en 20 kilómetros, pero animó a los residentes de entre 20 y 30 kilómetros a desplazarse a otros lugares para mejorar su calidad de vida ante los problemas para hacerles llegar alimentos, gasolina y otros suministros básicos a la nación asiática afectada por el sismo.