El papa Francisco comenzó ayer su esperada revolución con la creación de un grupo de ocho cardenales, procedentes de los cinco continentes, para estudiar cómo reformar la Curia romana tras los últimos escándalos.
La iniciativa del papa argentino surge tras las sugerencias realizadas durante las Congregaciones generales precedentes al cónclave, según un comunicado de la oficina de prensa del Vaticano publicado ayer. El Consejo ha sido constituido, añade la nota, ‘para aconsejarle en el Gobierno de la Iglesia universal y estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor bonus‘, promulgada por Juan Pablo II en 1988 y que regula la composición y competencias de los distintos dicasterios y organismos que forman la Curia romana.
El exarzobispo de Buenos Aires, que ayer cumplió un mes tras resultar electo como papa, viene realizando gestos considerados revolucionarios, por su carácter humilde y cercano a los fieles, pero aún no había tomado decisiones sobre la organización de la Iglesia.
Los ocho cardenales lo ayudarán a realizar cambios en una administración que ha sido responsable de algunos de los contratiempos y escándalos que plagaron el pontificado de ocho años del Papa Benedicto XVI antes de su renuncia en febrero. A través de un comunicado, el Vaticano dijo que el grupo ‘lo asesorará en el gobierno de la Iglesia universal‘, así como en los potenciales cambios administrativos, en una señal de que Francisco quiere consultar de forma más amplia sus decisiones que Benedicto XVI.
Los ocho prelados proceden de Chile (Francisco Javier Errázuriz), Italia, India, Alemania, República Democrática del Congo, EEUU, Australia y Honduras, lo que indica que Francisco tiene la intención de tomar en serio los llamados de los obispos de todo el mundo a tener más voz en las decisiones que afectan al Vaticano. Un arzobispo italiano actuará como secretario del grupo, que celebrará su primera reunión formal entre el 1 y 3 de octubre en Roma. Francisco ya ha estado en contacto con cada uno de ellos, según el comunicado.
HERENCIA
Francisco heredó una Iglesia que intenta superar las denuncias de abusos sexuales de sacerdotes, los escándalos de corrupción y las luchas internas en la administración central. Benedicto XVI dejó un informe secreto a Francisco sobre los problemas en la Santa Sede, que salieron a la luz tras el robo de documentos confidenciales desde el escritorio del Papa y que fueron posteriormente filtrados por su mayordomo, en un escándalo que se conoce como ‘Vatileaks‘.
Las deficiencias básicas de la Curia se plantearon, a veces apasionadamente, en reuniones a puertas cerradas de los cardenales antes del cónclave que eligió a Francisco. El comunicado del Vaticano dijo que Francisco creó el grupo
para responder a sugerencias específicas planteadas durante esas reuniones.
Los cardenales sugirieron cambios en la Curia, entre ellos la introducción de límites a los mandatos de los burócratas del Vaticano para evitar los intentos de ‘hacer carrera‘ en la Santa Sede, algo que habría conducido a algunas luchas internas y escándalos.
La molestia contra los prelados que dirigen la Curia, en su mayoría italianos, fue una de las razones por las que los cardenales eligieron al primer Papa no europeo en 1.300 años y anuló las posibilidades de uno de los principales candidatos
para asumir como pontífice, el arzobispo de Milán Angelo Scola.
En ese contexto, el secretario de Estado de Benedicto XVI, el cardenal italiano Tarciscio Bertone, ha sido ampliamente criticado por la mala dirección de la Curia. El cardenal Giuseppe Bertello, actual gobernador de la Ciudad del Vaticano, quien es también ahora miembro del nuevo consejo asesor, es el favorito para suceder a Bertone como número dos del Vaticano.
Fuentes: Reuters y Efe

