Buena sintonía. Lagarde tiene una muy buena relación personal de años con Nicolás Dujovne. El Gobierno va extrañar su ausencia justo en período clave.

La exministra francesa Christine Lagarde, próxima presidenta del Banco Central Europeo (BCE), es una liberal convencida se convirtió en 2011 en la primera mujer al frente del FMI al sustituir a Dominique Strauss-Kahn, otro antiguo ministro francés que tuvo que dimitir enfangado en un escándalo sexual, y será de nuevo pionera reemplazando al italiano Mario Draghi al frente del BCE.

Una institución en cuyo órgano máximo, el consejo de gobernadores, sólo hay por ahora dos mujeres entre sus 25 integrantes.

Embajadora de la elegancia francesa ayudada por sus 1,80 metros de altura y su complexión atlética -en sus años jóvenes compitió con la selección de su país en natación sincronizada-, nació hace 63 años en París y estudio Derecho y Ciencias Políticas. 

Empezó a trabajar como abogada en París, desde 1981 contratada por Baker McKenzie. En esa firma internacional trabajó como especialista en cuestiones laborales, de competencia y de fusiones y adquisiciones. Fue escalando en la jerarquía ya instalada en EEUU: entró en 1995 en el comité ejecutivo de este bufete estadounidense, cuatro años después pasó a ser su presidenta y en 2004 responsable del comité estratégico. En junio de 2005 dejó la empresa privada para entrar en el Gobierno del presidente conservador francés, Nicolas Sarkozy, primero en la cartera del Comercio Exterior y dos años después como ministra de Economía y Finanza s. Como responsable francesa de Finanzas -era la primera mujer en ese puesto- presidió el Ecofin en el segundo semestre de 2008 y luego el G20 durante la presidencia de su país en 2011. 

Para evitar que Francia perdiera un puesto internacional tan relevante como el de director del FMI ante el escándalo de Strauss-Kahn, Sarkozy la propulsó para el cargo para reemplazarlo en julio de ese año y desde entonces pocos son los que han lamentado públicamente su decisión. Cuando terminó su primer mandato cinco años después, tras haber intervenido en primera línea en la gestión de las crisis de la deuda en la zona euro, fue reelegida por consenso, sin que ningún otro candidato se hubiera presentado.

El desafío inmediato, la política monetaria

Al mudarse de Washington a Frankfurt, Christine Lagarde tendrá la tarea de impulsar la política monetaria en una comunidad de 19 naciones que utiliza el euro como moneda y que Draghi ya ha señalado que necesitará más ayuda, probablemente en forma de tasas de interés más bajas y posiblemente con la reanudación de la flexibilización cuantitativa. La inflación está en apenas la mitad del objetivo del BCE de un poco menos del 2% a pesar de los años de tasas negativas y 2,6 billones de euros en compras de bonos.

La semana última, Lagarde elogió el compromiso de Mario Draghi en 2012 de hacer "lo que necesario" para salvar el euro y recientemente hizo eco de su llamado a los gobiernos para que fortalezcan la lucha contra futuras recesiones.