Víctor Jara, el cantautor chileno asesinado cruentamente en 1973 por la dictadura y que se ganó la inmortalidad a través de su música, marcha desde ayer por un "ancho camino" abierto por sus compatriotas, que al fin han podido ofrecerle un entierro multitudinario.
Treinta y seis años después de haber sido detenido, torturado y acribillado a balazos en el cruento golpe militar de Augusto Pinochet, Jara fue despedido ayer por miles de personas en un emotivo velatorio y entierro en Santiago de Chile.
Considerado el músico popular más grande de Latinoamérica, Jara nació en 1932 en la sureña provincia de Ñuble. Sin formación musical académica, fue además un destacado director de Teatro.
Por la mañana, muchos chilenos se congregaron ayer frente a la sede de la Fundación Víctor Jara, donde se realizó el velatorio. Los familiares y miembros de la fundación quisieron ofrecerle ahora un verdadero funeral, como el homenaje que no pudo recibir cuando fue enterrado en condiciones penosas y semiclandestinas el 16 de septiembre de 1973 (cinco días después del golpe militar).
Izquierdista militante, Jara impregnó su música con un contenido social de inequívoco significado, con apologías al Che Guevara, indignación ante la injusticia, defensa a los trabajadores o reflexiones sobre la pobreza.
Pero, también, según dijo el musicólogo Rodrigo Suárez, su música, y especialmente sus letras, contienen valores universales que no pierden vigencia, como la solidaridad o la amistad, así como un apego a su tierra, tradiciones y personajes.
También el amor ("Te recuerdo Amanda") que, a juicio del experto, es un aspecto poco estudiado en la obra de Jara, considerado casi exclusivamente un cantante de protesta.
La trayectoria musical de Jara se inició a comienzos de la década de los \’50, cuando también comenzó sus estudios de actuación y dirección teatral en la Universidad de Chile.
Mientras crecía en su actividad artística, Jara se comprometía con los procesos sociales y muchas de sus canciones fueron verdaderos himnos de batalla de los sectores populares que, en 1970, llevaron a la Presidencia a Salvador Allende.
Jara fue un agitador cultural del gobierno de Allende (1970-1973), lo que pagó de una manera bárbara cuando el golpe militar de 1973 del fallecido Augusto Pinochet encarceló, exilió o asesinó a los creadores culturales.
El 11 de septiembre de 1973, Jara acudió a la Universidad Técnica del Estado, cuyos estudiantes y profesores ocuparon el establecimiento en acción de resistencia al golpe.
Todos fueron detenidos al día siguiente y encerrados en el "Estadio Chile", donde el cantante fue reconocido por los militares.
"Estaba torcido, tenía las manos quebradas y muchos impactos de bala", dijo su viuda Joan Turner (británica), recordando el momento en que reconoció su cadáver, el 16 de septiembre de 1973.
"Fue torturado por funcionarios del Ejército y ejecutado por sus captores el 15 de septiembre", señala el "Informe Rettig", mientras el informe de autopsia consignaba que el cadáver tenía 44 balazos.
Joan fue obligada a sepultarlo el mismo día, lo que hizo de forma anónima, en un humilde nicho del Cementerio General de Santiago de Chile.
Allí volvió a ser sepultado ayer, tras 5 horas de un emotivo cortejo fúnebre por la capital chilena.
Todos los datos sobre las torturas a Jara han sido confirmadas, después de que en junio pasado su cuerpo fuera exhumado por orden judicial, para poner luz sobre aspectos poco claros de su asesinato, incluyendo la incógnita sobre el autor material.