Los resultados provisionales de las pruebas de resistencia en el pozo de petróleo averiado en el Golfo de México apuntan a que no hay fugas, afirmó la empresa British Petroleum (BP), aunque decidió ayer prolongar por 24 horas más los ensayos en busca de datos más concluyentes.

Inicialmente, la duración prevista de las pruebas era de 48 horas, que concluyeron ayer en torno a las 16.30 (hora argentina). Esos exámenes buscan determinar si la estructura del pozo está en buenas condiciones y resiste una campana de contención instalada hace una semana o si hay alguna fisura no detectada por la que se filtre más petróleo en el lecho marino.

Kent Wells, el vicepresidente de BP, la empresa responsable del derrame de crudo, explicó ayer en una rueda de prensa telefónica que "siempre tuvimos previsto que bajo ciertas circunstancias el ensayo se podría prolongar". Wells agregó que "mientras más dure esta prueba, más confianza tendremos" en sus resultados.

El coordinador del Gobierno de EEUU en las tareas de lucha contra el vertido, el almirante Thad Allen, será el encargado de decidir, puntualizó el ejecutivo. Hasta el momento, indicó el vicepresidente de la empresa, BP no ha encontrado ningún indicio de que exista fisura alguna.

La presión era ayer de 6.745 psi (472 kilos por centímetro cuadrado), ligeramente superior a la detectada el viernes, cuando llegaba a los 6.700 psi (471 kilos por centímetro cuadrado). Esa cifra se encuentra por debajo de lo que esperaban los expertos, 7.500 psi (526 kilos), pero por encima de los 5.000 psi (351 kilos por centímetro cuadrado) que delatarían sin lugar a dudas la existencia de una fuga. Wells subrayó que los 6.700 psi se encuentran dentro de la horquilla que manejaban los expertos y la presión continúa subiendo, si bien muy gradualmente.

Entre otras cosas, BP quiere determinar con exactitud la naturaleza de unas burbujas que se han detectado saliendo de una válvula en lo más alto de la campana de contención y que podría ser gas natural. Según Wells, esas burbujas son algo "bastante normal" y podrían ser simplemente nitrógeno. Todavía no se ha tomado, declaró Wells, ninguna decisión acerca de cómo proceder una vez concluyan las pruebas, si se opta por mantener el pozo cerrado o se reabre.

En este último caso, la campana de contención se emplearía para trasvasar el petróleo que manara del pozo a barcos de carga en la superficie marina, que tendrían una capacidad total de 80.000 barriles.

BP cerró el jueves las aberturas de la campana, con lo que por primera vez desde el comienzo del derrame, a finales de abril pasado, dejó de manar crudo al Golfo de México provocando fuertes riesgos ecológicos.

Pese a la alegría desatada por el anuncio, tanto BP como el Gobierno estadounidense llamaron a la cautela al indicar que el cierre del pozo no implicaba que el problema se hubiera solucionado. El propio presidente estadounidense, Barack Obama, indicó el viernes que el cierre del pozo representaba "una buena noticia" pero llamó a la cautela.