Las autoridades de EEUU intensificaron ayer los controles de calidad del agua, el aire y los suministros de pescado y mariscos tras la llegada del petróleo derramado en el Golfo de México, que amenaza el frágil ecosistema de la zona.

El jueves pasado ya comenzaron a llegar a las islas Chandeleur, consideradas un "tesoro" ecológico, los primeros restos de crudo derramado tras el hundimiento de una plataforma a cargo de British Petroleum (BP).

Las autoridades han intensificado también los controles y los preparativos para afrontar las posibles amenazas a la salud si el grueso de la mancha toca tierra firme. La Agencia de Protección Medioambiental ha lanzado un sistema de vigilancia para controlar la calidad del aire ante el temor a que las quemas controladas del petróleo derramado perjudiquen a las personas con enfermedades respiratorias.

Además de la contaminación medioambiental, las autoridades controlan también la calidad del agua y mariscos. Para evitar la polución del Misisipi, que abastece de agua a la ciudad de Nueva Orleans, la Guardia Costera exige que se limpien los cascos de los barcos de restos de petróleo antes de su navegación por las aguas del río.

El Departamento de Salud de Luisiana empezó esta semana a analizar muestras de pescado y marisco de las plantas procesadoras para asegurar que son aptos para el consumo. Las autoridades dicen no haber detectado riesgos.

Mientras tanto, cerca de 200 organizaciones y expertos en el rescate de animales vigilan de cerca el derrame en Luisiana. Margot Stiles, una bióloga marina de la organización Oceana, explicó que la situación es "muy grave" al coincidir, además, con la temporada de reproducción de muchos peces.

Stiles dijo que si la mancha desembarca de lleno en la costa dañará "los manglares, las praderas de algas, las ostras y también las tortugas y aves que anidan en la zona", pero insistió en que el impacto se sentirá también en la fauna marina en alta mar como delfines y ballenas.

Dave Bary, el director de los servicios de salud de Luisiana, el estado más vulnerable al derrame por su proximidad al mismo, aseguró ayer que se tomarán todas las medidas para garantizar la seguridad de la población.

El avance de la mancha de petróleo "ha añadido sentido de urgencia", explicó Jill Mastrototaro, experta en temas medioambientales de la organización ecologista Sierra Club que ayuda desde Nueva Orleans en las tareas para minimizar el impacto del vertido. En su opinión, los recursos sobre el terreno son insuficientes y existe "sensación de caos" ante la mala coordinación y falta de preparación de los miles de voluntarios sobre el terreno.

Según los datos divulgados ayer por el comando conjunto de BP y el Gobierno de EEUU en Luisiana, más de 2.500 voluntarios ayudan en los trabajos en marcha, que incluyen las quemas controladas de crudo, el rociado de químicos disolventes y la instalación de barreras flotantes para contener la mancha y eliminar el agua sucia.

Mientras tanto la empresa British Petroleum, concesionaria de la plataforma que se hundió el 22 de abril, ultimaba ayer la instalación submarina de una enorme caja con la que quiere recolectar gran parte del crudo que fluye al mar. Las autoridades de la firma esperaban que el proceso se completara ayer.