Esta mañana el presidente Alberto Fernández llegó al Vaticano para verse con el papa Francisco en el marco de su cuarta y última escala de la gira europea por la que ya visitó Portugal, España y Francia. Acompañado por la primera dama Fabiola Yañez y su comitiva, integrada por el ministro Martín Guzmán; el canciller Felipe Solá; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz; el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; y el secretario de Comunicación y Prensa, Juan Pablo Biondi; fue recibido en la Santa Sede por autoridades y por un cordón de honor de la Guardia Suiza, que se encarga de la seguridad del Sumo Pontífice.

La reunión duró poco más de 30 minutos, menos que la anterior, que había sido de 44 minutos. Comenzó a las 9.45 hora local y concluyó tras un intercambio de regalos y una foto final con toda la comitiva. Tras ella Fernández mantiene un encuentro con el segundo del Papa, el secretario de Estado, Pietro Parolin, una especie de “primer ministro”, y con el “canciller”, el arzobispo británico Paul Gallagher.

Desde que fue electo hace más de ocho años, Francisco aceptó siempre los pedidos de audiencia de los mandatarios argentinos. Algo que, por otra parte, suele hacer con todo jefe de Estado que solicita un encuentro con él: el protocolo del Vaticano, en efecto, indica que no se le niega audiencias a nadie de este nivel. Recibió cuatro veces a Cristina Kirchner, dos veces a Mauricio Macri y hoy, por segunda vez, a Alberto Fernández. Tres presidentes distintos, en momentos distintos, de su propia patria, a la que ama y sigue con preocupación.

El clima, según algunos analistas, no fue como el de la primera vez, cuando se vieron el 31 de enero del año pasado, al principio de la administración, poco antes de que estallara la pandemia. El Papa, en efecto, hubiera preferido evitar la audiencia en este momento. No sólo por la legalización del aborto –aprobada en diciembre del año pasado justo el día de su cumpleaños, en plena crisis económica y epidemiológica–, un golpe bajo para un Papa venido desde un país tradicionalmente católico como la Argentina, justo en momentos en que el Vaticano intenta ayudar al país a renegociar su insostenible deuda con acreedores internacionales. Sino sobre todo por cómo, según algunas fuentes, fue utilizado con ese fin, en vísperas del crucial voto de la ley de interrupción voluntaria del embarazo en el Senado: “El Papa también prefiere a este punto que se apruebe rápido y se dejen atrás las polémicas”, fue el concepto, falaz, que al parecer se utilizó para presionar a legisladores indecisos. Algo que, lógicamente y después de la batalla en contra que habían emprendido el episcopado, laicos y curas villeros, cayó muy mal.

Si bien desde el entorno de Fernández lo niegan tajantemente, trascendió que hubo gestiones informales desde el Vaticano en Buenos Aires, a través de algunos obispos, para que el Gobierno desistiera de pedir una audiencia al Papa en el marco de su gira europea, tal como anticipó hace unos días Clarín.

El objetivo era evitar un momento incómodo. El tiempo, en efecto, suele curar las heridas. “Pero no hicieron caso y tensaron la cuerda”, comentó una fuente cercana a Santa Marta. “Además, intentan transmitir que hay una relación fraterna entre Fernández y el Papa, que en teoría hablan asiduamente por teléfono, relato que también solían filtrar en tiempos de Cristina”, agregó, moviendo la cabeza.

Como este jueves es feriado en el Vaticano por la fiesta de la Ascensión del Señor, el Papa recibe a Fernández en el estudio del Aula Pablo VI y no en la Biblioteca del Palacio Apostólico, como ocurrió el 31 de enero del año pasado. Del encuentro participa también la embajadora argentina en el Vaticano María Fernanda Silva.

El estudio adyacente al aula Pablo VI también es denominado “Il Fungo” (el hongo), por la forma que tiene su entrada, diseñada, como el aula de audiencias, por el arquitecto italiano Pier Luigi Nervi. Queda muy cerca de la residencia de Santa Marta, por lo que el Papa suele llegar hasta allí caminando. Ahí mismo, en “Il Fungo” el Papa recibió a la hoy vicepresidenta, Cristina Kirchner, la última vez que se vieron en el Vaticano. y al expresidente Macri con su familia, en octubre de 2016. Pero también a otros mandatarios, como el expresidente cubano, Raúl Castro, y la reina de Inglaterra, Isabel II.

Cara a cara

Esta vez, debido a las restricciones por el coronavirus que aún rigen en el Vaticano, no hubo prensa en el encuentro. En la oportunidad anterior hubo un pool de periodistas en el recinto con ellos, que fue testigo del saludo a la comitiva y del intercambio de regalos, cuando pudo verse un clima muy cálido. Hoy sólo estuvieron las cámaras de L’Osservatore Romano.

Más allá de todo en el Vaticano destacan el amor del Papa hacia su país y su gente. Si no fuera así, no se habría organizado, por segunda vez en poco más de un año, un seminario con pesos pesados de las finanzas y hecho a medida del ministro de Economía, Martín Guzmán, que hace un mes estuvo con el Papa para contarle justamente de las difíciles negociaciones en curso con el Fondo Monetario Internacional y el Club de París.

En el seminario, que tendrá lugar el viernes en la Casina Pío IV, sede de la Academia de Ciencias, volverá a hablarse de la necesidad de una reforma de la arquitectura internacional de la deuda, de la pandemia, del escándalo del hambre y del cambio climático, temas prioritarios para el futuro de su patria.