La princesa Astrid, hermana del rey Felipe de los belgas, iniciará el lunes una visita oficial acompañada de 100 empresarios “cautelosos pero con ganas de invertir”, según se afirmó ayer en la embajada del país que es sede de la Unión Europea.

Es la tercera vez que una autoridad belga visita Argentina desde 1995, aunque, según reveló el embajador belga en Buenos Aires, Peter Maddens, esta es la “más grande”. Y obedece a que “Argentina regresó al mundo y se visualiza como oportunidad”.

La princesa llega acompañada de seis ministros y organizaron una se- rie de reuniones interesados en el negocio de los puertos, el drenaje de los ríos, la energía renovable , los laboratorios, el reciclaje y el fortalecimiento en la relación que ya mantienen con el INVAP.

“Hemos estado atentos a los esfuerzos del Gobierno para abrirse a los mercados”, señaló Maddens en referencia a la gestión de Mauricio Macri y destacó que ambos países comparten “valores” como el rechazo al proteccionismo.

El comercio entre Argentina y Bélgica asciende a unos US$ 800 millones pero es deficitario para Buenos Aires, Bélgica nos envía maquinarias, equipos y medicamentos, Y Argentina le exporta productos agroindustriales.

En el país hay unas 20 firmas belgas de gran tamaño entre las que se destaca la dueña de la cerveza Quilmes el coloso Anheuser-Busch InBev, que es la cervecera más grande del mundo. Además desde distintas compañías es la responsable del dragado de la hidrovía.

Pero la historia entre los dos países se remonta a los tiempos del primer subte: los célebres y primorosos vagones de madera de la línea A se fabricaron en Brujas, la ciudad mágica de Bélgica.