Los incendios forestales más feroces de la historia de Chile -que desde el 15 de enero ya han devorado unas 380.000 hectáreas- continuaban ayer su paso arrollador sobre el centro y sur del país que asiste aterrorizado al avance de las llamas que ya se cobraron 11 vidas y arrasaron con un pueblo entero.

Más de mil casas del pueblo rural de Santa Olga, en la región de Maule, a 360 km al sur de Santiago, fueron consumidas por el incendio.

Un pueblo fantasma, convertido en cenizas y en medio del humo irrespirable y un calor penetrante, recibía ayer a brigadistas, bomberos, policías, voluntarios y a los propios lugareños que volvían después de haber logrado autoevacuarse.

Pero la pesadilla recién empezaba. No quedó nada, lo perdieron todo. Algunos, vencidos, se sentaban a mirar las ruinas en absoluto silencio, otros se abrazaban con sus familiares y lloraban.

Los cerca de seis mil pobladores de Santa Olga lograron evacuarse antes de que las llamas llegaran. 
“Es una situación de extrema gravedad, de horror, de pesadilla sin nombre, con un final que no tiene guion”, dijo el alcalde de Carlos Valenzuela de Constitución, una ciudad balnearia vecina al poblado de Santa Olga.

Pero la preocupación no cesa, sólo se muda de lugar. Hay decenas de poblados cercanos que están en el camino del fuego que avanza sin control por las fuertes ráfagas de viento que cambian de dirección a cada rato.

La batalla no tiene tregua pero todavía permanecen activos 135 focos. De ellos, 75 seguían siendo combatidos y 58 estaban controlados. Sólo seis fueron extinguidos ayer.

La lucha se reforzará hoy cuando comience a llegar el grueso de 500 brigadistas de todo el mundo que se sumarán al combate del fuego. Entre el contingente de ayuda habrá un grupo de 111 argentinos.

El trabajo de todos en la zona de riesgo es intenso. El gobierno distribuye agua potable y el pueblo de Llico está cocinando para militares y voluntarios, con alimentos que donan particulares que cooperan y salen a repartir las viandas.

En esta localidad, cercana al mar, se registran temperaturas mayores a 37 grados.
En medio del combate contra el fuego, la presidenta anunció que el gobierno comenzará a entregar a los damnificados bonos para compras y subsidios para la reparación o construcción de viviendas.

El número de fallecidos a causa de las llamas en el área centro-sur de Chile llegó ayer a 11 tras confirmarse la muerte de otro bombero voluntario en la localidad de Ñiquén, en la región del Biobío.

Los incendios son combatidos por diversos medios, entre ellos 46 aeronaves entre aviones y helicópteros y cerca de 4.000 efectivos terrestres, incluidos bomberos, militares y policías, además de los propios lugareños, que tratan de mantener a salvo sus bienes.
 
El mayor avión cisterna del mundo, el Supertanker enviado por EEUU, con capacidad para transportar 73 mil litros de agua, realizó varios vuelos exitosos.

La presidenta Michelle Bachelet informó que también aceptó el ofrecimiento ruso de un avión Ilyushin, que puede llevar 42 toneladas de agua en sus tanques.

Los primeros incendios estallaron a mediados de noviembre en Pumanque, una localidad cordillerana a 215 km al sudeste de Santiago, y en pocos días llegó a poblados y a las puertas de ciudades costeras como Constitución y Concepción.

Las autoridades de Chile continúan investigando las razones que causaron los incendios, aunque por el momento la teoría más firme es que fueron provocados: ya hay 21 detenidos.