Cantos, aplausos, bailes y banderas procedentes de todos los rincones del mundo, principalmente las rojas y blancas de Polonia, la tierra natal de San Juan Pablo II, inundaron ayer la Ciudad del Vaticano para celebrar la proclamación como santos de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II.
Joven, polaco y católico, ese es el perfil de la gran mayoría de los cerca de 1 millón de peregrinos que inundaron las calles de la Ciudad del Vaticano y Roma para celebrar que Juan Pablo II y Juan XXIII ya son santos. Desde primeras horas del sábado centenares de peregrinos se acercaron ya a los aledaños de la Plaza de San Pedro para hacer cola y lograr el mejor sitio.
Muchos pasaron la noche con mochilas y sacos de dormir, a la intemperie, con frío y una fina lluvia, con el objetivo de acceder a la Plaza de San Pedro desde las cinco y media de la mañana, cuando la Santa Sede permitió la entrada a la zona, y asistir a la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II en primera fila. Pero no todos lo lograron, muchos tuvieron que contentarse con ver la ceremonia en alguna de las pantallas que el Vaticano habilitó para la ocasión en las calles colindantes.
Los afortunados que sí se hicieron un hueco en la plaza vaticana, asistieron a los actos con la alegría y la ilusión de poder vivir en primera persona ‘el día de los cuatro papas‘. Los más previsores, los que primero llegaron a la Plaza, pudieron hacerse con uno de los miles de ejemplares que, con el título ‘Il Domenica di Pascua‘, la Santa Sede imprimió para la ocasión.
Un regalo que contenía una breve biografía de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII en cuatro idiomas -español, italiano, inglés y polaco- además de la lista completa de santos de la Iglesia, y la letra de las canciones que se cantaron en este evento católico.
Ni el cansancio ni el fío de una mañana gris apagaron los ánimos de los congregados que desde antes del amanecer llenaron la plaza de bailes, risas, rezos y cánticos.
Miles de jóvenes de Polonia, donde se celebrará la próxima Jornada Mundial de la Juventud en 2016, pero también de España, Alemania, de Brasil, México, Perú, Estados Unidos, Uganda, y de otros rincones del Globo corearon en diversas ocasiones el himno de las JMJ ‘Jesus Christ, you are my life‘.
Jóvenes, pero también mayores, niños, familias, parejas, monjas y sacerdotes recibieron al papa emérito Ratzinger con aplausos y gritos de ‘Benedicto‘ cuando éste llegó a la plaza. Aplausos que se repitieron durante las más de dos horas de celebración en diversas ocasiones, como cuando Francisco se acercó a abrazar a Benedicto XVI, y que se intensificaron cada vez que las cámaras del Vaticano proyectaban la imagen de Juan Pablo II en las pantallas.
Uno de los momentos más emotivos del acto fue cuando la costarricense Floribeth Mora, segundo milagro de Juan Pablo II, subió al altar del pontífice polaco para llevar una de sus reliquias y la plaza al completo estalló en vítores y aplausos. Poco después del mediodía la despedida de los dos papas, Francisco y Benedicto XVI, la Plaza de San Pedro estalló en vítores, aplausos, abrazos y cánticos en honor a los dos Papas ya santos.

