La luna de miel del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, podría estar próxima a su fin a juzgar por las últimas encuestas que muestran que la crisis económica y la polémica reforma sanitaria han comenzado a mermar su todavía elevada popularidad.

Los sondeos, que salieron ayer a la luz, un día antes de que el inquilino de la Casa Blanca cumpla 200 días en el poder, muestran signos incipientes de fatiga en la "Obamanía" en boga.

Una de las encuestas, de la Universidad Quinnipiac, sitúa el respaldo popular de Obama en el 50% y el margen de desaprobación en el 42%, frente al 57% y el 33% de comienzos de julio. La otra, de la cadena de televisión CNN, muestra una caída de siete puntos en su popularidad desde que cumplió sus 100 primeros días en la Casa Blanca a finales de abril. Según ese sondeo, el mandatario tiene un apoyo popular del 56%, cinco puntos menos que en junio y siete menos que en abril.

Para Peter Brown, del Instituto de Sondeos de Quinnipiac, la buena noticia es que "los votantes todavía ven a Obama como alguien más capaz de gestionar la economía y la reforma sanitaria que (sus rivales) republicanos". La mala "es que sus márgenes (de aprobación) se están contrayendo".

La consulta de CNN muestra, en ese sentido, que Obama ha perdido 14 puntos de apoyo entre los hombres blancos. "La mayoría de los hombres blancos lo respaldaba cuando cumplió los 100 días, pero ahora la mayor parte desaprueba su trabajo", afirmó Keating Holland, director de sondeos de CNN.

La economía ha sido el asunto dominante durante los seis primeros meses de la presidencia de Obama y el que, según los expertos, definirá su popularidad en los meses venideros. De ahí que los republicanos en la oposición desacrediten siempre el plan de recuperación económica demócrata. "Francamente no sé de qué han salvado (a la economía)", dijo ayer el presidente del Partido Republicano, Michael Steele, en respuesta a las afirmaciones de los demócratas de estar saliendo de quiebra. "Todavía estamos perdiendo trabajos, viendo el desempleo subir en el país, con 2,5 millones de trabajos destruidos", arremetió Steele. En medio de esas afirmaciones, Obama aprovechó para hacer un llamamiento a la calma y recordar que el pulso de la anémica economía estadounidense se está acelerando.