Brasil, 16 de enero.- El gobierno de Dilma Rousseff empezó su mandato con quizá la peor crisis natural de la historia de Brasil. Las lluvias dejaron un saldo hasta el momento de 613 muertos. De ellos, 274 se registraron en Nova Friburgo, 263 en Teresópolis, 55 en Petrópolis, 19 en Sumidouro y dos en San José del Valle de Río Preto.

De acuerdo a un nuevo informe elevado por Defensa Civil, 8.120 personas se quedaron sin hogar y 5.970 debieron abandonar sus casas temporalmente. Las autoridades aún no estiman el número de desaparecidos y los equipos de rescate tienen dificultades para llegar a las zonas afectadas para tratar de rescatar a las víctimas. El sábado volvió a llover fuertemente en la región, lo que dificultó las operaciones.

Ayer, la presidente Rousseff decretó tres días oficiales de luto por las víctimas de las tormentas. El gobernador de Río, Sérgio Cabral, declaró luto oficial durante siete días en el estado desde el lunes.

El Departamento de Estado de Salud y de Defensa Civil distribuyó cerca de 6.000 dosis de tétanos y la difteria en cada uno de los tres municipios. Además, pide a la opinión pública evitar el contacto con el agua en las zonas de inundación, ya que esto puede causar enfermedades como la leptospirosis y diarrea -principalmente porque no existe una vacuna para estas enfermedades.

En las montañas todavía hay mucha gente atrapada, cuidando sus casas de saqueos o sin poder irse, recuperando cadáveres o protegiendo a los más vulnerables, niños y ancianos.

Saqueos y más rumores de rupturas de represas generaron más pánico entre los afectados. Todavía hay gran parte de la población sin luz, teléfono ni agua. El suministro de víveres es escaso debido a que los comercios están cerrados. Hay cuerpos enterrados por los propios vecinos, sin esperar a que lleguen los socorristas, para evitar así la propagación de epidemias.

A pesar de que Dilma Rousseff liberó en forma inmediata y sin burocracia 780 millones de reales (u$s459 millones), muchas personas reclamaban más celeridad y acusaban que la ayuda no llegaba.

Se estima que esta tragedia superará la de 1967, que mató a 785 personas.