De cuerpo presente. Una maqueta tamaño natural del candidato del Partido Social Liberal, Jair Bolsonaro, copa las calles del centro de Brasilia. Militantes y gente común posa junto a la imagen para sacarse la foto.

Llegó la hora y las urnas tienen la palabra en Brasil. Hoy, más de 147 millones de brasileños elegirán al sucesor del presidente Michel Temer, que concluirá el mandato de cuatro años de Dilma Russeff -destituida en 2016 por el Senado- signado por el escándalo de corrupción conocido como Lava Jato y la prisión del líder del PT y exmandatario Luiz Inacio "Lula" Da Silva. Por todo esto, la primera vuelta de las elecciones presidenciales se desarrollarán en un clima crispado con un Brasil con preferencias divididas entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el progresista Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) que representa a la izquierda o lo que se conoce como populismo.

Uno representa los ideales más conservadores de la sociedad y la impronta de "orden" que impuso con mano de hierro la dictadura que imperó entre 1964 y 1985, y el otro encarna la sensibilidad social que primó durante la gestión de Lula, hoy en la cárcel por la corrupción que se desató mientras estuvo en el poder.

Según coinciden todas las encuestas, ambos concentran las mayores simpatías de un electorado dividido entre dos modelos de país, pero ninguno de ellos superará hoy el 50 % de los votos, por lo que será necesaria una incierta segunda vuelta, prevista para el 28 de octubre.

Las encuestas indican que ambos serán los más votados hoy, con el 35 % del favoritismo para Bolsonaro y el 22 % para Haddad.

El apoyo a uno y a otro, sin embargo, pasa más por el rechazo que por la aprobación y los analistas consideran que en estas elecciones se impondrá el voto "anti", bien sea contra la línea "manu militari" que ofrece Bolsonaro, o contra la corrupción que ha manchado a Lula y al Partido de los Trabajadores (PT), que representa Haddad.

Por fuera corre otra decena de candidatos, pero las encuestas no contemplan ninguna posibilidad de que alguno de ellos esté en la segunda vuelta, aunque las posiciones que adopten después pudieran esconder la clave de lo que sucederá el día 28.

Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército, está en campaña desde hace casi un año, pero sus actividades fueron interrumpidas violentamente el pasado 6 de septiembre, cuando un hombre que dijo estar "asustado" por sus radicales propuestas le asestó una puñalada en medio de un mitin.

La cuchillada le causó heridas en el sistema digestivo que le mantuvieron hospitalizado hasta el sábado 29 de septiembre, pero desde su lecho mantuvo el contacto con sus seguidores por las redes sociales, en las que ha centrado una campaña que no se sabe si retomará para la segunda vuelta, pues proseguirá su recuperación en su domicilio.

Conocido por sus declaraciones machistas, racistas, homofóbicas y xenofóbicas, Bolsonaro moderó el tono desde el hospital, pero su duro discurso fue mantenido en las calles por el general de la reserva Hamilton Mourao, su compañero en una fórmula exclusivamente militar e inédita en la democracia que Brasil recuperó en 1985.

En la acera opuesta, Haddad propone recuperar el acento social y desmontar las reformas de corte liberal que durante los últimos dos años impuso el presidente Michel Temer, que asumió el poder en 2016 tras la destitución de Dilma Rousseff, que como el actual candidato del PT era una vista como una valida de Lula.

"Podemos hacer a Brasil feliz de nuevo", repite en su campaña el candidato de Lula, quien desde la prisión sigue marcando el ritmo del PT, un partido que tiene elevados índices de rechazo, al igual que Bolsonaro.

Uno de los problemas de Haddad es que llegó tarde a la campaña, pues sólo fue confirmado como abanderado del PT hace cuatro semanas, cuando el tribunal electoral vetó a Lula por su situación jurídica.

Hasta entonces, los sondeos decían que el expresidente atesoraba cerca del 40 % del voto, pero ese caudal todavía no le ha llegado a Haddad, un respetado intelectual que ha tenido muy poco roce con las masas en su vida pública.

Miradas opuestas sobre economía

El "delfín" de Lula. El exalcalde de San Pablo Fernando Haddad (PT) pasaría al balotaje y a su vez tiene el mayor índice de desaprobación en los sondeos, 44%

Jair Bolsonaro y Fernando Haddad tienen diagnósticos diferentes para una economía que comienza a recuperarse de la más profunda recesión de su historia, con índices de desempleo aún preocupantes y un déficit fiscal considerado insostenible. La principal propuesta del programa económico de Bolsonaro es la reducción de la deuda pública en un 20% mediante privatizaciones y concesiones al sector privado. Otra de sus prioridades es eliminar el déficit público y para ello pretende reformar el régimen de jubilaciones mediante la creación de un sistema paralelo de jubilación por capitalización.

Haddad, por el contrario, propone la revocación de las medidas de ajuste fiscal adoptadas por el actual presidente, Michel Temer, como la congelación de los gastos públicos y la reforma laboral. Igualmente promete interrumpir las privatizaciones y volver a darle a Petrobras la exclusividad como operador en los ricos yacimientos del presal. Para impulsar la economía propone reducir los intereses, abaratar el crédito al consumidor, retomar obras públicas que están paralizadas e impulsar programas de incentivo a la generación de empleo para que el consumo vuelva a ser el principal motor de la economía de Brasil.