Brasil entró en recesión en el segundo trimestre del año, al caer su Producto Bruto Interno (PBI) un 1,9 por ciento en relación a los
tres primeros meses y acumular dos trimestres seguidos de contracción, informaron ayer fuentes oficiales.
El descenso de la economía fue del 2,6 por ciento en comparación al segundo trimestre de 2014, según los datos divulgados ayer por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE). En el primer semestre, el PBI acumula un descenso del 2,1 por ciento.
El frenazo de la economía brasileña se debe principalmente a una abrupta caída de la inversión, del orden del 8,1 por ciento con respecto al primer trimestre, y a un descenso del 2,1 por ciento del consumo, mientras que el gasto público se expandió un 0,7 por ciento.
El Gobierno brasileño ha tomado una serie de medidas para corregir el desequilibrio en las cuentas públicas con que terminó en
2014, que han incluido un recorte de gastos, un aumento de los impuestos y la restricción del acceso al crédito. Estas medidas, unidas al aumento de la inflación, la subida de los tipos de interés y la pérdida de confianza ante el escenario económico, han afectado en los últimos meses a la inversión y al consumo.
La contracción trimestral, reportada ayer por el IBGE, fue mayor a la baja del 1,7 por ciento esperada por el mercado, según estimaciones de analistas. Las constructoras han tenido que paralizar proyectos inmobiliarios por la escalada de los tipos de interés, que llegan al 14,25 por ciento. El sector también se ha visto afectado, según informó el IBGE, por la investigación del gigantesco caso de corrupción que gira en torno a la petrolera Petrobras, que ha salpicado a las mayores constructoras de Brasil.
Esta baja económica ha sumido al país en una recesión que ha diezmado la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, que lucha por preservar la nota de grado de inversión en medio del escándalo de corrupción.

