Un año después del terremoto que dejó 524 muertos en Chile, las secuelas sociales, políticas y económicas de aquella tragedia siguen a la vista.

Además de destruir los sueños de varios chilenos, el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter ocurrido a las 3.34 del sábado 27 de febrero del 2010 dejó al descubierto la profunda brecha social existente en uno de los países más avanzados de Latinoamérica. Tras el sismo, la ciudad de Concepción fue presa del pillaje, mientras en Santiago cundía el temor al desabastecimiento y en algunas zonas los pobladores se organizaban para defenderse de los saqueadores.

A raíz del terremoto el índice de pobreza aumentó un 3 por ciento (500.000 personas) y quedó en el 20 por ciento de la población total. Mientras que el número de indigentes aumentó en 80.000, hasta 700.000. La grieta abierta por el temblor también ha alcanzado el terreno político.

Los dirigentes de la Concertación, coalición que gobernó Chile hasta marzo del año pasado, han criticado duramente la forma en que el presidente Sebastián Piñera está llevando a cabo la reconstrucción y no asistirán a los actos oficiales conmemorativos de la tragedia. La Asociación de Municipalidades publicó este viernes un informe en el que critica el retraso en la construcción de viviendas y en la rehabilitación de la infraestructura sanitaria y educativa.

El propio presidente ha reconocido atrasos en el proceso, pero los atribuye a dificultades insalvables, y tacha de mala fe a la oposición. El coordinador chileno del Plan de Reconstrucción, Pablo Allard, dijo que en este primer aniversario "vamos a estar en un proceso de reconstrucción, que probablemente se acerca al 60 por ciento del daño material que sufrió el país".

Allard destacó que "hay casos como puentes, rutas o canales que ya recuperamos el 90 por ciento, al igual que en salud donde ya se ha repuesto el número de camas hospitalarias y hay un avance importante en hospitales de construcción rápida".

Sin embargo, alcaldes de las mayores regiones afectadas de Valparaíso, Metropolitana de Santiago, O"Higgins, Maule, Biobío y La Araucanía coincidieron en que aunque los avances existen y las ciudades, -en términos generales-, están funcionando, "la emergencia no está superada" tras el sismo que duró tres minutos.

El epicentro se ubicó en el mar chileno en la zona centro sur, a unos 90 kilómetros de Concepción, pero azotó ferozmente desde la región de Valparaíso hasta la Araucanía, es decir más de 630 kilómetros de largo del territorio nacional.

Los avances para reconstruir la zona en términos de remoción de escombros, arreglo de rutas y puentes, limpieza de playas y restablecimiento de la mayoría de los servicios públicos son reconocidos por los distintos sectores de la vida política y social de Chile. Sin embargo, las críticas se centran en aquellas personas que viven en casas de emergencia, sin agua corriente, baños, ni luz eléctrica.

En declaraciones radiales, Piñera, reconoció ayer que "todavía tenemos unas 120 o 130.000 familias que perdieron sus viviendas y (todavía) no han podido acceder a una definitiva". Estimó que en "poco más del 50 por ciento" la cantidad de casas ya recuperadas.

En tanto, la tierra sigue temblando en Chile: en el último año ha habido una veintena de sismos superiores a 6 grados Richter, mientras el número de sismos perceptibles por la población supera los 4.000.