El primer ministro británico, David Cameron, volvió ayer a Escocia para hacer campaña por el ‘no’ a la independencia de esa región del Reino Unido de Gran Bretaña, cuando faltan días para el referéndum de este jueves y las encuestas anticipan un resultado muy ajustado.
Desde Aberdeen, al noreste escocés, Cameron advirtió ayer en su última visita a Escocia antes del referéndum vinculante que una victoria del ‘sí‘ pondría ‘fin al Reino Unido como lo conocemos‘. El premier pronunció un discurso de tono vehemente en el que prometió que si gana el ‘no’ habrá mayores poderes para el Parlamento autónomo de Escocia, la segunda región en tamaño del Reino Unido después de Inglaterra.
Además, Cameron volvió a alertar que la independencia significaría renunciar al actual sistema de pensiones, la libra esterlina, el ejército y el pasaporte británico, entre otras cosas. ‘Esta semana el Reino Unido podría cambiar para siempre. Podría significar el fin del Reino Unido como lo conocemos‘, afirmó el líder conservador en alusión al referéndum, cuyo resultado se determinará por mayoría simple (la mitad más uno de los votos).
El gobierno británico, que respalda la campaña a favor de la permanencia de Escocia en el Reino Unido, se comprometió a aceptar el resultado de este referéndum. Escocia tiene el 8 por ciento de la población del Reino Unido, pese a que su territorio equivale a un tercio del total. Los escoceses cuentan con importantes reservas de petróleo y gas natural en sus costas del Mar del Norte.
Si bien forman parte de la “Unión” desde 1707, el actual parlamento escocés fue restablecido hace algo menos de dos décadas. Desde entonces, los escoceses tienen competencias en asuntos como salud, educación, vivienda, y transporte, mientras el parlamento y gobierno británico controlan defensa, asuntos exteriores, macroeconomía, el sistema de seguridad social y la regulación financiera así como gran parte de los impuestos.
En 2011, tras largos años de desilusión y hartazgo por las políticas neoliberales, los escoceses dieron un amplio respaldo en el parlamento autónomo al Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Alex Salmond, que impulsa la independencia.
Desde su posición de ministro principal de Escocia, Salmond desafió a Londres y en 2012 llegó a un acuerdo con el primer ministro británico, el conservador David Cameron, para celebrar un referéndum.
Para el líder nacionalista las reservas de petróleo y gas son la clave en esta contienda, que está basada más en lo económico que en la cuestión identitaria. Salmond asegura que gestionando los ingresos del petróleo, una Escocia independiente podría crear un fondo de reserva soberano que daría seguridad a su economía y prosperidad.
Por su parte, el Gobierno británico defiende que el Reino Unido ha sido una unión beneficiosa para todos sus ciudadanos y, en lo que respecta al petróleo, la explotación ha sido posible gracias al esfuerzo conjunto.
Salmond presentó la opción de la independencia como un proceso no traumático que traerá beneficios tangibles, como que los escoceses podrán decidir y gestionar cuestiones básicas como un salario mínimo actualizado al costo de vida. El líder nacionalista promete que Escocia seguirá en la Unión Europea (UE), en la libra esterlina y mantendrá la Corona de Isabel II.