Había muchos indicios de que el final sería ajustadísimo y así está siendo. Perú votó este domingo para elegir a su próximo presidente o presidenta en unas de las elecciones más polarizadas que se recuerdan y, por ahora, no se sabe si será el izquierdista Pedro Castillo o la derechista Keiko Fujimori quien se cuelgue la banda presidencial el próximo 28 de julio. Con el 97,6% escrutado, Castillo consolida su ventaja sobre Fujimori gracias al conteo del voto de zonas rurales. Sin embargo, la diferencia entre ambos sigue siendo ínfima.

 En la última actualización de los datos de recuento oficiales, Castillo se hacía con el 50,3% de los votos, frente al 49,7% de Keiko Fujimori. Les separan poco más de 95.000 votos.

A lo largo del conteo, Fujimori se lanzó a denunciar en una rueda de prensa un supuesto "fraude sistemático" en el balotaje, al señalar que habían detectado una serie de presuntas irregularidades que atribuía al partido Perú Libre, de su rival Pedro Castillo. Ante un asunto que les "preocupa" y que es "importante evidenciar", animó a los ciudadanos a que denuncien los casos que conozcan.

 Entre las irregularidades que citó la candidata se encuentran las impugnaciones de las actas en las que llevan un mayor número de votos que su contrincante, las charlas de capacitación de Perú Libre en las que piden a sus representantes llegar temprano para asegurarse los votos o la denuncia contra un delegado de ese partido que marcó 87 cédulas en forma fraudulenta. "Hay una clara intención de boicotear la voluntad popular", afirmó Fujimori, y pidió que las denuncias de otros casos similares sean compartidas en las redes bajo el lema #FraudeEnMesa.

 Ante estas acusaciones, Castillo afirmó que será "el primero en hacer respetar la voluntad del pueblo peruano" e hizo un llamado a la paz, a la tranquilidad y a la cordura, tras asegurar que su presencia en los comicios no responde a "ningún interés personal": "Estoy acá por el Perú". Por su parte, la Misión de Observación Electoral (MOE) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Perú ha felicitado al pueblo peruano por una jornada electoral "pacífica y democrática" y ha aplaudido los "llamados a la tranquilidad" de los candidatos, a quienes ha pedido que "prevalezca" su "actitud democrática".

Recuento agónico

La espera, tras el cierre de urnas a las siete de la tarde hora local, había arrancado con buenos augurios para Fujimori, que remontó en los últimos días una desventaja en las encuestas que llegó a ser de unos 10 puntos en las semanas anteriores. El sondeo a pie de urna le otorgaba una ventaja ínfima del 50,3% frente al 49,7% de Castillo. Un resultado que confirmaba la tendencia registrada en los días finales por las encuestas, en que Fujimori, omnipresente en periódicos, programas de farándula e incluso indirectamente en unos misteriosos carteles publicitarios callejeros, se acercaba a pasos agigantados a su rival, demonizado por las élites y blanco de una campaña de demolición con el beneplácito de los grandes grupos mediáticos peruanos.

 “Es fundamental mantener la prudencia”, dijo Fujimori en una breve comparecencia en Lima tras la publicación del sondeo a pie de urna, consciente de que la diferencia no permitía aún sacar conclusiones. Ambos candidatos se mostraron cautos ante lo que se avecinaba. “Lo que hemos escuchado no es nada oficial”, dijo Castillo a sus seguidores desde su bastión en Tacabamba, en la provincia de Chota en Cajamarca, el departamento en la sierra norte del que es oriundo el humilde maestro rural y líder sindical.

Días largos

El jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Piero Corvetti, compareció luego para confirmar que la espera será larga. Las actas computadas al 42,3% arrojaban un escrutinio provisional no representativo considerablemente más favorable a Fujimori. La explicación era que los primeros votos en ser contabilizados son los de Lima y otros centros urbanos, mayoritariamente inclinados hacia la candidata de la derecha.

 Según fueron entrando los votos de zonas rurales más alejadas, el ‘antisistema’ Castillo fue recortando distancias. Algunos lo ven ahora incluso como ligero favorito teniendo en cuenta el conteo rápido. “Falta que cuenten nuestros votos, el voto de las provincias”, se mostró confiado Castillo desde Tacabamba.

 Para decenas de simpatizantes de ambos candidatos, fue difícil mantener la calma. A primera hora de la noche, la gente de Fujimori estalló en gritos de júbilo frente a la sede del partido de la candidata, Fuerza Popular, cuando se conocieron las cifras del sondeo a pie de urna. Modestas celebraciones se oyeron también en algunos barrios de clase media o alta de Lima, los más asustados por un contrincante al que muchos asocian con el comunismo o la Venezuela chavista.

Los seguidores de Castillo y de su partido, Perú Libre, clamaron por su parte fraude, una acusación que se venía gestando en los últimos días, sin prueba alguna, en ambos bandos. Ningún observador, sin embargo, considera hasta ahora plausible ese escenario, ya que las autoridades electorales han estado a la altura en los últimos años. “La ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones son de las instituciones más respetadas por los peruanos”, dijo a este periódico el analista Hernán Chaparro.

Algunos simpatizantes de Castillo se acercaron a Lima a protestar ante la sede de la ONPE. Los vaivenes de estimaciones y resultados condujeron a algunos enfrentamientos entre ambos bandos, sobre todo en la plaza Bolognesi, emblemático lugar de actos políticos en el centro histórico de la capital peruana. Al final, fueron solo unos incidentes aislados en una campaña incendiada desde hace días por altos niveles de toxicidad y campañas de miedo. El temor a desmanes mayores parecía infundado en la noche del domingo, aunque el ambiente podría caldearse en los próximos días debido a la indecisión electoral.