Al menos diecisiete personas murieron ayer en un atentado con coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo (capital de Noruega) y en un tiroteo en un campamento juvenil vecino a la ciudad, ataques que la Policía no atribuye al terrorismo internacional sino a una variante local afín a movimientos antisistema.
El incidente era señalado como el primer atentado de esas características en la historia de esa nación europea, aunque en septiembre de 2006 un grupo de sujetos empezó a disparar contra la fachada de una sinagoga de Oslo, sin provocar víctimas.
Según fuentes policiales, los dos ataques de ayer están relacionados entre sí. La Policía implica al presunto autor del tiroteo, detenido tras su acción, con el atentado de la capital, que afectó a cuatro edificios gubernamentales.
La cadena independiente de televisión TV2 informó que el hombre detenido tras los dos ataques tiene vinculación con grupos de extrema derecha. El detenido, un ciudadano noruego, según reveló el primer ministro, Jens Stoltenberg, en una comparecencia ante la prensa, iba armado con un fusil automático y, según las investigaciones policiales, está vinculado con el atentado de Oslo.
Se trata de un hombre de 32 años, que hasta el momento no ha revelado los móviles de su acción en los interrogatorios y, antes del tiroteo, fue visto en la zona donde se produjo la explosión.
El gobernante socialdemócrata Stoltenberg iba a visitar hoy el campamento de las juventudes de su partido. El primero de los ataques fue perpetrado a las 15.20 de Noruega (10,20 en Argentina) al estallar una potente bomba en el complejo del Gobierno, situado en el centro de Oslo, donde murieron siete personas y quince resultaron heridas.
Por lo que respecta al campamento de las juventudes socialdemócratas (UAF), a unos 20 kilómetros de la capital, las autoridades informaron de 10 asesinados a balazos, tras unas horas de confusión acerca de la tragedia y mientras algunos medios citaban a testigos que hablaban de hasta 30 muertos.
Según medios noruegos, el agresor entró en el campamento con uniforme policial con el pretexto de velar por su seguridad y abrió fuego indiscriminadamente a su alrededor. El sospechoso había servido anteriormente en la Policía y hablaba con acento de Oslo.
Unas horas después de los ataques, y mientras medios noruegos difundían imágenes de personas heridas y edificios destrozados en el centro de Oslo, el grupo yihadista Ansar al-Yihad al-Alami reclamaba la autoría desde Nueva York. La propia organización islamista se retractó luego, a través de un foro en internet.
Ningún miembro del gobierno resultó herido en la explosión de la capital, avanzó el primer ministro, Stoltenberg, en una primera intervención poco después de lo ocurrido, por teléfono y desde un lugar no revelado por razones de seguridad.
En esa primera intervención calificó de ‘muy grave‘ la situación, a lo que siguieron luego las primeras informaciones, envueltas en la confusión, sobre el tiroteo, perpetrado a las 17.20 de Noruega en un campamento ocupado por unas 560 personas. En Oslo, se desalojaron las redacciones de los principales medios del país, como la radio pública NRK, los periódicos ‘VG‘, ‘NTB‘, ‘Aftenposten‘ y el canal ‘TV2‘. El edificio que alberga las oficinas del primer ministro resultó seriamente afectado.

