Ariel Sigler, uno de los presos políticos más enfermos en Cuba que fue excarcelado ayer por el gobierno de Raúl Castro, reafirmó su compromiso por la libertad y la democracia en la isla al reencontrarse con su familia a quien conmovió por su estado de salud.

La licencia extrapenal otorgada a Sigler y el anunciado traslado de otros seis prisioneros a penales de sus provincias de residencia constituyen el segundo gesto del Gobierno de Raúl Castro dentro del proceso de interlocución abierto con la Iglesia católica sobre los presos políticos.

Sigler, de 47 años y presidente del Movimiento Independiente Opción Alternativa, fue detenido y condenado junto a su hermano Guido a 20 años de prisión en la represión de la "Primavera Negra" del 2003.

Forma parte del llamado "Grupo de los 75" disidentes encarcelados en aquella época, al igual que los seis presos que serán "acercados" a las provincias donde viven sus familias.

Durante sus siete años de prisión el estado de salud de Sigler se ha deteriorado gravemente hasta el punto de quedar parapléjico por una neuropatía carencial asociada a problemas nutricionales, entre otras patologías.

Tras recibir la licencia extrapenal en el hospital "Julito Díaz" de La Habana donde estaba ingresado, Sigler fue trasladado en ambulancia y acompañado de un equipo médico y una escolta policial hasta Pedro Betancourt, en la provincia de Matanzas, a unos 150 Km al Este de la capital cubana.

Familiares, vecinos y compañeros de su movimiento disidente recibieron a Sigler en su casa a la que tuvo que entrar en silla de ruedas.

"Ariel entró bien a prisión, era un hombre corpulento. Por eso suponemos que fue allí donde le empezaron a fallar las piernas", dijo a Efe María Victoria, la única mujer de los cinco hermanos Sigler, entre los cuales también fue condenado Guido Sigler, como parte del grupo de los 75.

En 2003 Ariel Sigler entró a la cárcel con una condena de 20 años después de los juicios sumarísimos que el Gobierno cubano realizó al grupo de los 75 en la oleada represiva de la llamada "Primavera Negra" en la isla.

Según fuentes familiares, a finales de 2008 Sigler fue hospitalizado en La Habana con una historia clínica que incluye paraplejia, cálculos en el riñón, pólipos en la vesícula, duodenitis y gastroduodenitis, entre otros padecimientos.

El propio Sigler reveló ayer a medios de prensa que en mayo pasado decidió "hacer dejación por completo" de la atención médica que recibía en un hospital habanero para que se le "escuchara" y le dieran el "traslado".

"Esto agravó aún más mi estado delicado de salud", señaló, tras confesar que se siente "triste" porque no puede "compartir" el momento de su excarcelación con su madre, que falleció hace cuatro meses, y porque al igual que él "otros hermanos están languideciendo en las prisiones".

Sus familiares, entre ellos su esposa Noelia Pedraza, denunciaron que la decisión del Gobierno de otorgarle la licencia extrapenal, en medio de las negociaciones que sostiene con la Iglesia católica sobre la situación de los presos políticos, no constituye ni un "gesto" ni una "apertura".

En opinión de Pedraza, el Gobierno cubano "no ha hecho nada" pues les ha devuelto a un hombre "casi muerto", y sólo ha respondido a la la presión internacional.

Además de la licencia a Sigler, el Gobierno del general Raúl Castro anunció a la Iglesia el traslado de seis presos políticos a cárceles de sus provincias, con lo que sumarían doce los "acercamientos" de prisioneros tras la decisión de relocalizar a seis el pasado 1 de junio.