Después del recibimiento oficial, Macri y su esposa llegaron a la casa de Ana Frank, la adolescente judía que escribió un diario cuando estaba escondida en un ático de Ámsterdam, frente a un canal, antes de ser encontrada y asesinada en un campo de concentración. Hoy está la casa y un Centro Ana Frank, que trabaja junto a una organización del mismo nombre en Buenos Aires contra la discriminación y la violencia.

Inesperadamente el motor de esta visita acompañó al presidente Macri y a Juliana hasta la casa de Ana Frank. Una sorpresa que llegó en una discreta limousine. La reina Máxima es la anfitriona de lujo en estas 48 horas y lo hace con tanta naturalidad como alegría.”Hola” dijo en español a los periodistas argentinos, que la esperaban en la fundación. Pero ni Macri ni Juliana ni ella se detuvieron a hablar con la prensa. Macri y Juliana recorrieron el lugar y formaron el libro de honor.

El ministro de educación Esteban Bullrich y el secretario de derechos humanos, Claudio Avruj firmaron un convenio con la Casa de Ana Frank y recordaron la contemporaneidad del mensaje de Ana en este nuevo mundo, donde el populismo y el rechazo a los refugiados crece en Europa.

Mientras la canciller Susana Malcorra firmó un memorándum de entendimiento con el canciller holandés Bert Koenders sobre un programa de “Vacaciones trabajadas” entre ambos países, el presidente Macri y Juliana se aprestaban a participar en el Forum de Negocios en Ámsterdam. Al menos 250 empresarios holandeses y argentinos debatirán el “Polder Model” holandés, conde empresarios, trabajadores y fuerzas sociales trabajan en proyectos de mediano y largo plaza con consenso. Discutirán probabilidades de inversión, cooperación y logística.