La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, declaró ayer luto oficial de tres días en el país en memoria de las víctimas del incendio, viajó a Santa María, visitó heridos y lloró junto a los familiares de los muertos al llegar a Santa María. En la tarde de ayer ya estaban izadas a media asta las banderas de todas las edificaciones públicas en la Plaza de los Tres Poderes, en la que están las sedes del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, y en la Explanada de los Ministerios de Brasilia.
Rousseff, acompañada por sus ministros de Salud, Educación, Desarrollo, Industria y Comercio y Derechos Humanos, se reunió con algunos de los heridos en el hospital de la Caridade y con los familiares de las víctimas en el Centro Deportivo Municipal, el gimnasio al que fueron conducidos los cadáveres para su identificación.
Visiblemente conmovida, la mandataria, que vivió la mayor parte de su vida en Río Grande do Sul, en donde aún reside su hija y su nieto, lloró junto con los familiares de las víctimas en un clima de conmoción generalizado.
Poco antes de Rousseff, el gobernador de Río Grande do Sul, Tarso Genro, había declarado luto oficial de siete días en todo el estado, mientras que el alcalde de Santa María, Cezar Schirmer, decretó duelo oficial de treinta días. ‘Quien necesita de mí en este momento es el pueblo brasileño. Le pedí a todos los ministros ayudar en lo que puedan y trasladarse allá y yo también estaré allá‘, dijo Dilma, entre lágrimas poco antes de viajar con rumbo a Santa María.