El permiso que el presidente Barack Obama quiere del Congreso para una acción militar en Siria es poco común en un país como EEUU, que ha protagonizado cientos de intervenciones armadas en más de dos siglos, de ellas numerosas en América Latina, pero sólo once veces cumplió con el trámite de una declaración de guerra.

La campaña que le rindió la mayor expansión de su territorio -la guerra contra México entre 1846 y 1848- sí tuvo su ‘declaración de guerra‘ formal, según refleja un informe del Servicio de Investigación del Congreso de EEUU, que enumera cientos de acciones bélicas en el exterior entre 1798 y 2010.

También hubo declaración de guerra en el conflicto contra España en 1898, tras la insurrección de la isla contra el poder español y el hundimiento del USS Maine en el puerto de La Habana.

Pero EEUU había llevado a cabo acciones militares contra España al menos una decena de veces cuando los actuales territorios de Florida eran colonia española, y había acumulado una larga serie de operaciones contra México antes de ganarle en el campo de batalla los territorios que son hoy los Estados de Texas, Nuevo México, Colorado, Arizona, Utah, Nevada y California.

El texto de la Constitución estadounidense, en su artículo 1, sección 8, estipula que ‘el Congreso tendrá la atribución de declarar la guerra‘, pero no proporciona un formato específico acerca de la legislación requerida.

En los 212 años comprendidos en la lista del Congreso figuran al menos 88 intervenciones armadas en países de América Latina y el Caribe, casi todas justificadas por la necesidad de ‘proteger los intereses y vidas‘.

Algunas campañas no fueron más que una sola acción: entre 1814 y 1825, escuadrones navales estadounidenses combatieron repetidas veces en tierra y en mar a los piratas que operaban desde Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y Yucatán (México).

Pero el orgullo nacional también ha servido de excusa: en 1824 el comodoro David Porter y un destacamento de marinos atacaron la localidad de Fajardo, en Puerto Rico, que según la versión oficial ‘había dado refugio a los piratas e insultado a los oficiales navales estadounidenses‘.

Porter desembarcó con 200 hombres y obtuvo a la fuerza una petición de disculpas de Fajardo.

En la nutrida lista de intervenciones estadounidenses en tierras de sus vecinos americanos, la primera mención a la ‘protección de vidas e intereses‘ aparece en 1833 cuando una fuerza ‘fue enviada a Buenos Aires para proteger los intereses de EEUU y otros países durante una insurrección‘.

Las turbulencias domésticas han servido para desembarcos e incursiones en México, Panamá, Argentina, Cuba, Guatemala, Honduras, Granada, Perú, Uruguay, Colombia, Chile, Brasil, la República Dominicana, Venezuela, Bolivia, Paraguay e intervenciones más prolongadas en Haití y Nicaragua.

Sin declaración de guerra, EEUU ha puesto ‘asesores militares‘ y unidades de fuerzas especiales en conflictos como la guerra civil de El Salvador o el acoso de los ‘contras‘ desde Honduras contra Nicaragua.

Y sin declaración de guerra, EEUU envió 25.000 soldados a Santo Domingo en 1965.

Pero, aunque no haya habido declaración de guerra, en numerosas ocasiones el Congreso ha avalado de una u otra forma la decisión del presidente de enviar tropas a combate. Así, en 1965, el presidente, Lyndon B. Johnson, con la excusa de un supuesto ataque norvietnamita en el Golfo de Tonkín, obtuvo una resolución que autorizó el envío de tropas. Tres años más tarde había medio millón de soldados estadounidenses en Vietnam.

En 2001, el Congreso autorizó al presidente, George W. Bush, una respuesta militar a los ataques terroristas en EEUU. Las tropas estadounidenses, sin que haya habido una declaración de guerra, siguen en Afganistán doce años después. En 2003, el Congreso no declaró la guerra a Irak, pero autorizó a Bush a que emprendiera una acción militar. La guerra duró ocho años. (EFE).