Los ministros de Economía y Finanzas de las potencias mundiales y los países emergentes que integran el Grupo de los 20 (G-20) se reunieron en París para limar sus diferencias y alcanzar un principio de acuerdo sobre qué indicadores utilizar para medir los desequilibrios globales.

"Logramos un acuerdo, todo el mundo aportó lo suyo. Las negociaciones fueron francas, a veces tensas pero siempre respetuosas", aseguró la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, en conferencia ante más de 700 periodistas. "No ha sido simple, había intereses divergentes. Pero logramos hacer converger las posiciones hacia un texto que nos parece equilibrado y exigente en cuanto a su puesta en marcha", agregó la ministra gala, que presidió estas negociaciones.

Pese a las conjeturas y al temor de un fracaso de esta primera reunión de ministros del año, se alcanzó un compromiso cuyos criterios comprenden "la deuda y el déficit público, el ahorro y las inversiones, la balanza comercial y el saldo de inversiones corrientes", precisó Lagarde tras una intensa jornada de reuniones.

Asimismo, el comunicado final evoca "la necesidad de tener en cuenta las tasas de cambio y las políticas fiscales y monetarias".

Este acuerdo es la primera etapa de un proceso en dos tiempos.

El objetivo final es que el G-20 logre un convenio global sobre "líneas directivas indicativas" en la próxima reunión de ministros de Economía y Finanzas en abril próximo en Washington.

Entretanto, los países del G-20 se comprometieron a tener en cuenta "las situaciones regionales y nacionales particulares, especialmente de los países productores de materias primas".

En este punto se incluye la situación de la Argentina, como así también la de Brasil, Arabia Saudita y Australia, también integrantes del G-20.

En cuanto a la lucha contra la volatilidad de los precios de las materias primas no hubo ningún avance.

La propuesta francesa chocó con el rechazo de Argentina, Brasil, Estados Unidos, China, Canadá y Reino Unido, entre otros.

Al respecto, el ministro de Economía, Amado Boudou, sostuvo que Argentina defiende "una postura que tiene en cuenta a los países productores y demandantes. La regulación de los precios no es un objetivo posible, iría en contra de los objetivos que es mejorar la seguridad alimentaria porque caería la cantidad ofrecida", destacó Boudou.

Por su parte, el titular del Fondo Monetario Internacional, el francés Dominique Strauss-Kahn, se mostró conforme con el acuerdo y remarcó los "métodos menos brutales" del FMI desde que él lo dirige, como si defendiera su balance en la perspectiva de una campaña electoral.