Estados Unidos, 25 de septiembre.- Después de su pujante discurso en las Naciones Unidas, el papa Francisco se dirigió a la Zona Cero, donde rezó frente a los dos piletones que marcan la ubicación de las torres gemelas del World Trade Center antes de que fueran derribadas en los atentados de 2001. Luego, dentro del Museo Nacional 11 de Septiembre, celebró un servicio interreligioso.
El Sumo Pontífice argentino agachó su cabeza junto a uno de los inmensos piletones negros del Memorial en los que el agua fluye de manera permanente, en recuerdo a las víctimas de los peores ataques de la historia en territorio estadounidense.
Luego colocó una rosa en su borde, donde están escritos los nombres de los cerca de 3.000 muertos, mientras la multitud presente coreaba "Francisco, Francisco". Y, antes de ingresar el museo, habló con un grupo de familiares de las víctimas y socorristas.
En el museo compartió escenario con representantes judíos y musulmanes. Allí, Francisco rendió homenaje a las personas fallecidas en los ataques y a las seis que murieron en un primer atentado en 1993.
Antes de la celebración, Francisco mencionó la mezcla de "setimientos, emociones", por estar en ese lugar, "donde miles de vidas fueron arrebatadas en un acto insensato de destrucción".
"Aquí el dolor es palpable", añadió el Pontífice, quien dijo que el agua que cae en el monumento creado donde estuvieron las Torres Gemelas "nos recuerda todas esas vidas que se fueron bajo el poder de aquellos que creen que la destrucción es la única forma de solucionar los conflictos".
"Este lugar de muerte se transforma también en un lugar de vida, de vidas salvadas, un canto que nos lleva a afirmar que la vida está siempre destinada a triunfar sobre los profetas de la destrucción, sobre la muerte", destacó el Papa.
"Espero que nuestra presencia aquí sea una potente señal de nuestras voluntades de compartir y reafirmar el deseo de ser fuerzas de reconciliación, fuerzas de paz y justitcia en esta comunidad y en cualquier lugar del mundo", sostuvo Francisco.

