Benedicto XVI viaja hoy a Portugal por primera vez como Papa, donde visitará Lisboa, Fátima y Oporto y se encontrará con un país de amplia mayoría católica, cada vez más liberal, muy diferente al que conoció Juan Pablo II, donde pedirá -en la línea de su antecesor- por la paz en el mundo y por los sacerdotes.
El Papa viaja, según ha dicho, "muy feliz" por encontrarse con el pueblo luso y postrarse ante la Virgen de Fátima, muy unida al papa Wojtyla, que mantenía que salvó la vida cuando el atentado de 1981 en la plaza de San Pedro del Vaticano porque la "mano" de la Señora desvió la bala que le disparó el terrorista turco Al Agca.
Benedicto XVI va a encontrarse con una "Tierra de Santa María", como él llamó recientemente a Portugal, muy cambiada respecto a la que visitó por última vez, hace diez años, el papa Wojtyla.
Portugal despenalizó hace tres años el aborto y dos el divorcio sin consentimiento mutuo y el Parlamento aprobó recientemente la legalización de los matrimonios homosexuales, que sólo está a la espera de la firma del presidente de la República, el conservador y católico Anibal Cavaco Silva.
También va a llegar a un país que, como otros de Europa, vive una fuerte crisis económica y avanza la secularización.
Sobre la crisis y en la línea marcada por el Papa en su encíclica de marcado carácter social, "Caritas in veritate", el arzobispo de Braga y presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, Jorge Ferreira da Costa Ortiga, aseguró a Radio Vaticano en la vigilia del viaje, que esta crisis mundial tiene raíces mucho más profundas que las económicas.
"Se ha descuidado la dimensión intrínseca del ser humano y por tanto también de la sociedad en nombre de un relativismo que anula el horizonte de la vida humana en el ámbito de valores exclusivamente materiales", dijo el prelado.
Sobre la secularización, aunque el 88,3 por ciento de los portugueses se considera católico, sólo el 49,4 por ciento se declara practicante y el 26,1 por ciento va a misa todos los domingos.
