La jueza de instrucción italiana Valeria Montesarchio ordenó ayer el arresto domiciliario para Francesco Schettino, el capitán del crucero ‘Costa Concordia‘ que naufragó el viernes en aguas de la isla de Giglio (Italia), causando la muerte de al menos once personas y otras 22 continúan desaparecidas.
La jueza de instrucción de Grosseto (centro de Italia) dictó esta medida tras someter ayer a un interrogatorio en la sede del Tribunal de esta localidad italiana a Schettino, quien permanece detenido desde el pasado sábado, según informó el abogado del capitán, Bruno Leporatti.
La Fiscalía de Grosseto, quien ayer había solicitado la prisión cautelar para Schettino, acusa al capitán de homicidio culposo múltiple, abandono de nave y naufragio, por lo que podría ser condenado a un máximo de 15 años de prisión.
Leporatti explicó a los periodistas a la salida del Tribunal de Grosseto que se le efectuaron pruebas toxicológicas a Schettino.
A la espera de la decisión de la jueza de instrucción sobre las medidas cautelares contra Schettino, de 52 años, se encontraban su mujer, un hermano y un primo.
El abogado fue uno de los encargados de informar sobre el contenido de la declaración que el capitán del barco, propiedad de la naviera Costa Cruceros, realizó ayer en un interrogatorio ante la juez, en el que aseguró que estaba al mando de la nave en el momento en el que chocó contra las rocas de Giglio.
Según explicó Leporatti, su defendido insistió en que no abandonó la nave y que, con sus supuestas maniobras tras la colisión del barco, que llevaba 4.229 ocupantes en el momento del naufragio, salvó la vida a ‘cientos, miles de personas‘.
Schettino ‘ha reivindicado su papel en la dirección de la maniobra del barco tras el choque‘, indicó el letrado, además de brindar explicaciones de por qué tardó en dar la alarma de evacuación.

