Sin su máximo mentor como custodio del modelo, con susto, por el estrecho margen de votos que deja abierto varios interrogantes, el chavismo de Venezuela revalidó ayer en las urnas, de la mano de Nicolás Maduro, el mandato que había ganado Hugo Chávez en octubre de 2012 para gobernar el país caribeño hasta 2019.

Maduro se convirtió en el nuevo presidente electo de Venezuela al cosechar el 50,66% de los votos (7,5 millones de sufragios), mientras que su principal contrincante, Hernrique Capriles, con el 49,07% (7,2 millones de sufragios), se quedó a las puertas de un batacazo electoral.

En Venezuela gana el candidato que saca la simple mayoría. En la previa, Maduro aparecía como amplio favorito, y aunque Capriles había acortado distancia en la última semana, nadie apostaba por el empate virtual. Los otros cinco candidatos en carrera reunieron, en conjunto, el 0,26% de los votos.

A medida que pasaban las horas y demoraba el primer boletín oficial, con la tendencia definitiva del escrutinio, en las calles de Caracas aumentaba la tensión y el suspenso. Para aplacar la incertidumbre, los seguidores del chavismo, atabiados con su clásico color rojo, de a poco se autoconcentró en los alrededores del Palacio de Miraflores, sede del Gobierno. Allí hacían parrilladas, bailaban y vendían suvenires.

Una tempranera denuncia de Capriles, a poco del cierre de los comicios alimentó ese estado de incertidumbre.
En su cuenta de Twitter Capriles denunció un presunto intento de fraude por parte de las autoridades electorales ‘para cambiar la voluntad expresada por el pueblo’, ayer en las urnas.

Por el mismo medio, Capriles reclamó a la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, “el cierre total de las mesas de votación” porque, dijo, “están tratando de votar con mesas cerradas”.
Pero todo terminó a las 0:45 hora Argentina cuando Lucena anunciaba el resultado de las elecciones que convertían a Maduro en el nuevo presidente de Venezuela. Fue un anuncio escueto en el que la máxima autoridad electoral del país aclaró que el resultado era ‘irreversible’, por eso se hacía público tal como estipula la ley. Sin mencionar el contexto de un triunfo de Maduro, muy divido, hizo un llamado a todos los venezolanos a irse a dormir tranquilos para terminar la jornada en paz.
Los dos candidatos excluyentes votaron poco después del mediodía. Al revés de como estaba previsto, el primero en hacerlo fue Capriles, quien pidió a sus simpatizantes que produjeran una “avalancha” de votos.

Inmediatamente después sufragó Maduro, quien llegó al centro de votación acompañado por dos de las hijas y un nieto de Chávez, la plana mayor del gobierno y más de una docena de dirigentes de organizaciones sociales de países vecinos afines al chavismo.
Antes de depositar el comprobante de su voto en la urna, Maduro apoyó su mano derecha en el pecho, a la altura del corazón, y miró y señaló hacia arriba. Luego explicó que había pensado “por él, por el gigante”, en alusión al fallecido presidente Hugo Chávez.
Un gran reto para Maduro será mantener unidas las heterogéneas corrientes que Chávez logró amalgamar, desde radicales de izquierda hasta férreos militares. El sabe que no podrá hacer el trabajo solo, como Chávez, y que deberá tejer nuevas alianzas para no quedarse solo. Anoche prometió abrir el diálogo.