Periodista, economista y salido de una familia tradicional y de clase acomodada, Juan Manuel Santos enfrentará en las elecciones de mañana el desafío central de captar el voto de quienes buscan la continuidad de las políticas en marcha sin quedar preso de la figura del presidente Alvaro Uribe.

Santos es señalado una y otra vez como el "delfín" de Uribe, de quien fue ministro de Defensa y cuyas políticas se compromete a seguir, ansioso por capturar algo de 70 por ciento de imagen positiva con la que el mandatario deja la Casa de Nariño.

Nacido en Bogotá hace 48 años, Santos estudió Economía y Administración en la Universidad de Kansas y después consiguió dos másters: uno en Economía y Desarrollo en la London School of Economics y otro en Administración Pública en la Hartad University.

Sus antecedentes familiares en la alta política (un hermano de su abuelo fue presidente y es primo del actual vice, Francisco Santos) parecían determinar un pronto paso por la gestión pública, a la que llegó recién después de representar a la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y de ser subdirector del tradicional diario El Tiempo, propiedad de su familia.

Casado y con 3 hijos, Santos ganó en 1985 el Premio Rey de España de Periodismo, junto a su hermano Enrique, por una serie de informes sobre Nicaragua. En 1991 fue designado ministro de Comercio Exterior durante la presidencia de César Gaviria y en el 2000 ministro de Hacienda de la gestión de Andrés Pastrana. Después de algunos amagos, en el 2004 abandona el Partido Liberal para sumarse a las huestes de Uribe, desde el flamante Partido de la Unidad Social (Partido de la U).

Apenas iniciado su segundo mandato, Uribe lo nombra ministro de Defensa, un cargo en el que el ahora candidato conseguiría sus mejores diplomas para mostrar y, al mismo tiempo, sus flancos más débiles, aprovechados por la oposición. Es que en su paso por defensa los revolucionarios de las FARC sufrieron los más duros golpes: las reiteradas desmovilizaciones de parte de guerrilleros, los exitosos operativos de liberaciones de rehenes y las muertes de varios de sus líderes.

Pero, también, fue con Santos como ministro cuando se conocieron las denuncias de "falsos positivos", trabajadores y campesinos asesinados que son presentados como insurgentes muertos en combate, los casos de espionaje a periodistas y opositores por partes de la Policía secreta y los vínculos de paramilitares con sectores del oficialismo, que la prensa bautizó "parapolítica".

Santos, caracterizado por su elegancia, no tiene el carisma de Uribe. Pero analistas le ven probabilidades de ganar en un país en el que muchos electores votarán por la continuidad de unas políticas más que por una persona. El líder político, que tiene sus principales bases de apoyo en las zonas rurales y en la población pobre, sostiene que es el candidato mejor preparado para ejercer la presidencia de Colombia y sus cercanos colaboradores admiten que ha pasado por lo menos los últimos 20 años preparándose para ese cargo.