Richard Nixon fue un hombre que se destruyó a sí mismo. Cuando el 8 de agosto de 1974 renunció a la Presidencia, debilitado por el escándalo de espionaje conocido como "Caso Watergate", el mandatario republicano sabía que su dimisión provocaría profundos cambios en la política de Estados Unidos. "Yo defraudé al pueblo estadounidense y tengo que llevar esta carga por el resto de mi vida", dijo Nixon tres años después de su renuncia, durante cuatro entrevistas con el famoso periodista británico David Frost, por las que cobró 600.000 dólares.
Al recordar aquellos días en los que presentó su dimisión, el mandatario reconoció que tuvo muchos momentos difíciles especialmente cuando se reunió con su círculo íntimo media hora antes de aparecer en televisión, en los que se puso a llorar como no lo hacía desde la muerte de Dwight Eisenhower, en 1969. "No ando por ahí con la idea de que fui víctima de un golpe o una conspiración. Yo mismo me derribé. Les di la espada: ellos la clavaron y la hundieron con gusto. Si yo hubiese estado en su posición, habría hecho lo mismo…", dijo Nixon en una parte de sus entrevistas con Frost.
En junio de 1972, el caso conmocionó a Estados Unidos, cuando cinco hombres vinculados a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fueron arrestados en el Comité Nacional Demócrata en el hotel Watergate, del complejo de edificios del mismo nombre en Washington, y acusados de espionaje.
Los agentes, que simulaban ser plomeros, tenían la misión de instalar micrófonos y cámaras para espiar a los demócratas, según reveló el diario The Washington Post, mediante una investigación de los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, con la que ganaron el premio Pulitzer.
Mark Felt, un funcionario de jerarquía de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), conocido bajo el seudónimo de "Garganta Profunda", fue quien les suministró la información a los reporteros, según confesaron después de tres décadas el propio Felt y Woodward, en 2005.
En abril de 1973, Nixon aceptó parte de la responsabilidad del gobierno republicano en ese hecho, destituyendo a varios funcionarios sospechados. "Un año de Watergate es demasiado", dijo el presidente en un mensaje del Estado de la Unión en enero de 1974, luego de que un comité del Senado pidiera que la Casa Blanca revelara las cintas grabadas y las transcripciones del espionaje en el complejo demócrata.
Abrumado por las acusaciones en su contra, Nixon no tuvo más remedio que presentar su dimisión, con lo que se convirtió en el primer presidente estadounidense en renunciar a su cargo, tras completar dos años y medio de un segundo mandato de cuatro.
En abril de 1974, Nixon había tratado de apagar el escándalo liberando 1.200 páginas de transcripciones de diálogos suyos con colaboradores, pero el 24 de julio de ese año la Corte Suprema ordenó a la Casa Blanca que entregara la cintas grabadas al fiscal especial, y dos días más tarde el Comité Judicial aprobó un artículo del "impeachment" (destitución) para ser votado por la Cámara de Representantes.
Durante su discurso de renuncia, Nixon señaló que su gestión fue verdaderamente exitosa en las relaciones internacionales, ya que emprendió un proceso para terminar con la carrera armamentista con la entonces Unión Soviética.