Buenos Aires, 25 de febrero.-Un grupo de arqueólogos publicó hoy el descubrimiento en Alaska de los restos de un niño incinerado hace 11.500 años, los más antiguos hasta ahora, que aportan nuevos datos sobre la cultura de los primeros habitantes norteamericanos.

"Estos restos pueden proporcionar una nueva visión sobre las prácticas de enterramiento de los pueblos de la Edad de Hielo, mientras que arroja nueva luz sobre su vida diaria", indican en un artículo publicado en la revista Science.

El arqueólogo de la Universidad de Alaska Fairbanks, Ben Potter, y su equipo encontraron los restos dentro de las ruinas de una casa de 11.500 años de antigüedad en Alaska central.

Según los expertos se trata de los restos humanos más antiguos encontrados en el norte de América del Norte y del segundo niño más joven de la Edad de Hielo hallado en el continente.

El descubrimiento de ese entierro arroja nueva luz sobre la vida y una época verdaderamente espectacular, según destacan los investigadores.

Los huesos cremados son "la primera evidencia de un comportamiento asociado con la muerte de un individuo", precisó el arqueólogo de la Universidad de Alaska en Fairbanks, Ben Potter

Según los dientes, el niño tenía unos tres años de edad, a juicio del arqueólogo Joel Irish, también de la Universidad de Alaska en Fairbanks.

Aunque los investigadores no lograron determinar el sexo del pequeño, Potter dijo que esperaba obtener una muestra de ADN que pudiera darle la respuesta.

El niño ha recibido el nombre de Xaasaa Cheege Ts'eniin (o Niño de la Desembocadura del Curso Superior del Río Sun) por la comunidad nativa local, la tribu del lago Healy. Además de los huesos humanos y animales, los investigadores también hallaron herramientas de piedra usadas para cortar.

El pequeño falleció - se desconoce cómo - antes de ser incinerado en una gran fosa en el centro de la vivienda que se usaba para múltiples fines, entre ellos cocina y desecho de desperdicios.

Los investigadores indicaron que, después de la incineración, la fosa fue sellada y la casa fue abandonada.

A diferencia de los campamentos de caza temporales y otros lugares especializados de trabajo que han revelado la mayor parte de las pruebas disponibles sobre la población antigua de Norteamérica, la casa recién descubierta parece haber sido una vivienda para la temporada de verano.

William Fitzhugh, director de estudios árticos en el Museo Nacional de Historia Natural del Smitshoniano, convino en que "se trata decididamente de un sitio único del Estrecho de Bering, lo que permitía el movimiento de gente de Asia a América del Norte".