Para Lieda Sobrosa, jubilarse de su cargo en el Gobierno brasileño hace 23 años fue sólo el comienzo. Una pianista consumada que está escribiendo su séptimo libro desde que se jubiló, a esta mujer de 73 años no le han faltado el tiempo ni el dinero para un productivo segundo acto de su vida.
La delgada autora se jubiló del servicio civil federal a los 50 años, en 1987, y ha estado cobrando su salario mensual completo de unos 6.000 reales (3.260 dólares) desde entonces. "No merecía jubilarme", admite la mujer, bebiendo jugo de piña en una esquina de Río de Janeiro. "Realmente creo que todo el mundo debería trabajar mientras goza de salud y energía", agregó Sobrosa.
Para su largo y próspero retiro, Sobrosa puede darle las gracias a uno de los sistemas jubilatorios más generosos del mundo -al menos para algunos-: un gigante que absorbe un tercio del gasto gubernamental y lastima el potencial económico de Brasil, aunque es un país joven en términos demográficos.
Sin reformas políticamente difíciles, la creciente carga amenaza con erosionar el éxito que la economía de Brasil ha gozado bajo el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien dejará su cargo tras las elecciones presidenciales de octubre.
Eso es porque Brasil, un país asociado con la belleza juvenil, está ingresando en un período de rápido envejecimiento que cambiará su rostro. El número de brasileños de más de 60 años saltará más de la mitad en los próximos 15 años, a alrededor de 32 millones de personas. Para el 2050, los pronósticos oficiales muestran que el número se habrá triplicado, aún cuando la población se contraiga tras llegar a un pico de alrededor de 210 millones en 2030, desde los 190 millones actuales.
El sistema jubilatorio regular -que no incluye empleados públicos- está en camino a tragarse el 17 por ciento del PBI para el 2040, respecto del 7 por ciento del 2007, según un informe del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales.
El golpe demográfico en Brasil y otros países de la región es comparable al rápido envejecimiento que se da en Asia. Los cambios son el resultado de la caída de la tasa de natalidad y el incremento de la expectativa de vida que se han dado por el progreso social y económico en una generación.
Pero el aumento de los estándares de vida latinoamericanos se ha quedado atrás respecto de los de Asia, lo que significa que la región corre el riesgo de llegar a la vejez antes de que sus economías maduren.
Para el 2050, se estima que en América Latina habrá 3,1 adultos en edad laboral por cada persona anciana, una reducción desde los 8,7 que había en el 2005, casi triplicando la carga sobre cada trabajador.
La expectativa de vida de los brasileños se ha disparado, mientras que los nacimientos por mujer se han desplomado a 1,8 desde los casi 6 en 1970. El lugar donde el cambio es más visible es Copacabana, cuya emblemática imagen de mujeres en bikini y jóvenes jugando al fútbol en la playa oculta su estatus de capital brasileña de la vejez. Aproximadamente uno de cada tres de sus residentes tiene más de 60 años, una proporción mayor que la de Japón.
"No se ven más bebés en Copacabana. Es un lugar diferente a cuando yo era niño", dijo Alexandre Kalache, de 64 años y quien fue director del Programa de Envejecimiento y Curso de Vida de la Organización Mundial de la Salud durante más de una década.
Subrayando la transformación, la maternidad de Copacabana donde Kalache nació en 1945 ahora es una clínica geriátrica. Al igual que muchos brasileños, Kalache tiene historias de amigos y parientes que se retiraron antes de los 50 años con una buena jubilación, usualmente del sector público o el Ejército.
Los casi un millón de funcionarios públicos jubilados de Brasil constituyen menos del 5 por ciento de los jubilados de todo el país, pero reciben aproximadamente el 40 por ciento de los beneficios, según cifras oficiales.
Eso le da al sector público un rol desproporcionadamente importante en el creciente déficit jubilatorio de Brasil, que en 2009 ascendió a 86.000 millones de reales (47.000 millones de dólares), poco menos del 3 por ciento de la economía.