En medio de aplausos y banderas de numerosos países, el Papa Benedicto XVI dijo ayer en la localidad portuguesa de Fátima que "se equivocan" quienes piensan que el mensaje de la Virgen de Fátima "ha terminado", ya que aquí "permanece el proyecto de Dios para el hombre y aunque éste ha intentado desencadenar un ciclo de muertes y terror no lo ha conseguido". Ante medio millón de personas que abarrotaron la explanada del santuario de Fátima, Benedicto XVI ofició ayer la misa solemne en el día en que la Iglesia conmemora la primera de las seis apariciones de la Virgen en 1917 a los tres niños pastores videntes Lucía, Jacinta y Francisco.
El Obispo de Roma dijo que ya en las Sagradas Escrituras aparece que Dios busca justos para salvar "la ciudad de los hombres" y que lo mismo hizo aquí, en Fátima, donde la Virgen preguntó a los niños que "si querían ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que les mandase para reparar los pecados con los que se ofende a su Hijo".
María, añadió el Papa, bajó a este lugar del centro de Portugal, a la llamada Cova di Iria, para cambiar el corazón de aquellas personas "que están dispuestas a sacrificar sus vínculos más sagrados en el altar de los egoísmos de las naciones, razas e ideologías".
"He venido para disfrutar de la presencia de María y para poner bajo su protección a los sacerdotes", afirmó el Obispo de Roma, mientras la Iglesia se encuentra involucrada en escándalos de pedofilia.
Tras la misa que celebró en la explanada del santuario de Fátima, Benedicto XVI arremetió ayer contra el aborto y los matrimonios entre homosexuales y denunció que políticos, intelectuales y profesionales de la comunicación "que desdeñan la religión" intentan silenciar la fe en numerosas partes del mundo. El Pontífice hizo estas duras críticas en los encuentros que mantuvo con asociaciones católicas caritativas portuguesas y con los obispos lusos.
Tras resaltar la labor que estas instituciones realizan con los pobres, enfermos, detenidos, vagabundos, personas abandonadas, discapacitados, emigrantes o desempleados, entre otros, el Papa manifestó que la Iglesia no está capacitada para dar soluciones prácticas a cada problema, pero sí está dispuesta a ayudar y ofrecer medios de salvación a todos.

