Se llamaba Brodi, era estadounidense y tenía tan solo 11 años. Él y su padre, Sean Copeland, se encontraban de vacaciones en Niza y perdieron la vida en el atentado.
Sus nombres son algunos de los que salieron a la luz en las últimas horas, junto con los de otros turistas y familias de franceses víctimas de la masacre en Niza. Entre las 84 vidas truncadas figuran al menos diez niños y otras 52 personas se encuentran en estado crítico, según autoridades.
El hospital Pasteur de Niza es el centro que concentra a la mayor cantidad de heridos adultos y es, además, el lugar a donde recurren las familias desesperadas que el día después de la tragedia no tienen noticias de sus seres queridos. ‘No sabemos nada, hay que esperar. Éste es el único lugar al que podemos acudir, pero aún no sabemos si mi prima está viva o está muerta‘, afirma Siham, mientras espera sentada a las puertas del centro junto a una amiga que la consuela.
‘Nos dijeron que hay que tener paciencia. Tienen trozos, cuerpos mutilados y algunas personas tendrán que ser identificadas por ADN‘, añade su amiga. En la misma situación se encuentra Boulfane Bilal, quien busca a su hermana mayor, mientras un primo suyo está internado, con la pierna rota. ‘Nadie me dice nada y quiero saber si mi hermana está viva o está muerta. Ella es como la madre de toda la familia‘, dice desconsolado.
Este joven explica que el camión que embistió contra la multitud golpeó a su primo en la pierna y su sobrina se salvo, pero de la madre de la niña ya no supieron nada. ‘Es muy duro, la gente que está aquí asistiéndonos nos pueden decir lo que quieran, pero no sirve de mucho‘, añade.
La familia de Brigitte Silletta ha tenido suerte. Su hermano fue embestido pero sólo se quebró los pies y puede que hoy mismo le den el alta. ‘Quedó debajo del camión, intentó levantarse y luego cayó derrumbado, pero por suerte está bien‘, explica. Christian es policía de Niza y también sufrió una contusión, pero recién hoy acudió al hospital para hacerse una revisión pensando que había gente más grave que tenía prioridad. ‘Estaba con mi pareja. Sufrí un golpe, pero nos quedamos escondidos allí más de dos horas. Luego regresamos a casa‘, relata. ‘Hay gente muy grave, niños, personas que están entre la vida y la muerte y nosotros tuvimos suerte‘, agrega compungido. El llanto desconsolado de algunas de las personas que abandonaban el hospital hacían presagiar lo peor.
Miguel Ángel es un peruano que vive en Niza y salvó la vida tras refugiarse debajo de un automóvil cuando el terrorista que perpetró
el atentado enfiló por el paseo de los Ingleses atestado de gente. ‘Estaba a unos veinte metros, vi que el camión venía hacia mí y
la gente corría despavorida‘, narra este joven. Primero se refugió detrás de un poste, hasta que el camión se detuvo y el terrorista comenzó a disparar. ‘Fue un momento terrible‘, asegura el joven. Por instinto, se refugió debajo de un vehículo desde donde vio llegar a patrullas de la Policía que comenzaron a disparar al camión.

