Los 33 mineros que permanecieron 69 días a unos 700 metros de profundidad en un yacimiento en el Norte de Chile y que el pasado jueves volvieron a pisar la superficie, intentan ahora sortear el acoso de la prensa para poder retomar sus vidas. De la noche a la mañana, los "33 de Atacama" pasaron de ser un grupo de mineros que hacían su vida a la sombra de los grandes titulares a convertirse en 33 estrellas.
Salieron de la mina y también de su anonimato para convertirse en héroes que ahora deben huir de los centenares de periodistas que han llegado hasta Chile desde todos los rincones del mundo para capturar su primera frase en libertad, el primer abrazo, cada gesto y paso en la nueva vida que ahora emprenden.
Nada más poner un pie fuera del hospital de Copiapó, tras recibir anoche el alta junto al boliviano Carlos Mamani y el chileno Juan Illanes, Edison Peña se dio de frente con la fama. "Esto es una locura. Tuvimos que salir casi arrancando (huyendo)", explicaba tras escapar de las decenas de micrófonos que lo persiguieron hasta el vehículo en el que finalmente consiguió emprender rumbo hacia su hogar, en el que fue recibido con emoción por una gran multitud.
Mientras les llueven millonarias ofertas de canales de televisión y periódicos de todo el mundo para contar su historia, para lo que fueron preparados con clases de oratoria por videoconferencia desde la superficie, los mineros sólo piensan en descansar y recuperar el tiempo perdido junto a sus seres queridos. "Espero llevar una vida regular, normal, como todos", señaló por su parte Mamani, que el miércoles próximo viajará a Bolivia, donde permanecerá 2 días.
El boliviano, de 23 años, decidirá más adelante si regresará a su país para instalarse allí, donde su presidente, Evo Morales, que viajó a Chile el miércoles pasado para verlo, le ofreció un trabajo "digno".
Y eso es lo que recomiendan los expertos: que los mineros esperen unos 15 días para tomar decisiones sobre situaciones familiares o sobre su futuro laboral. Pero la mayoría ya lo tiene claro: nunca volverán a la mina.
También tendrán que esperar los viajes que tienen pendientes, entre los que se cuentan 2 a España e Inglaterra, donde los clubes de fútbol Real Madrid y Manchester United les invitaron a presenciar un partido en sus respectivos estadios.
En tanto, algunos como Richard Villaroel serán padres, y otros, como Mario Gómez, el más veterano de los rescatados, que se recupera de una neumonía en el hospital, tendrá que ir pensando en los preparativos de boda, después de que le pidiera matrimonio a su pareja por carta desde el fondo de la mina.
Aunque los mineros pactaron no conceder entrevistas en al menos 5 días, periódicos y televisiones ya han empezado a alimentarse de los primeros relatos de los rescatados, que dan cuenta de las desesperadas condiciones en las que vivieron.
"Estábamos esperando la muerte", dijo a los periodistas Richard Villaroel, de 27 años, que nunca le dijo a su madre que trabajaba en una mina. Según relató, lo peor fueron los primeros 17 días, en los que creían que no los buscaban, ante lo que optaron por enviar señales de vida quemando neumáticos "para ver si afuera veían humo o algo" e hicieron funcionar máquinas pesadas y detonaron cargas explosivas por si las vibraciones eran captadas en la superficie.
Cuando fueron contactados, los mineros llevaban 72 horas en ayuno para maximizar las 3 raciones de atún que les quedaban; la leche que encontraron se echó a perder a los pocos días y cuando sólo les quedaban 10 litros de agua mineral decidieron recurrir al líquido no potable que caía por las paredes. "Tenía mal gusto, gran cantidad de aceite de las máquinas, pero debíamos tomarla", explicó el jefe de turno, Luis Urzúa, que fue el último en ser rescatado. Sin apenas comida, agua y oxígeno, los 33 mineros sobrevivieron bajo tierra. Ahora el nuevo reto es sobrevivir en la superficie donde les espera una nueva vida iluminada por los focos de televisión.

