Las autoridades estadounidenses detectaron un visón silvestre en libertad infectado por el nuevo coronavirus, según informó este lunes la Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas. Es la primera vez que se halla en la naturaleza un animal salvaje con una infección confirmada, según subrayó el biólogo Thomas DeLiberto, subdirector del Centro Nacional de Investigación de la Fauna Silvestre, en Fort Collins.

El ejemplar infectado, un visón americano, fue localizado en el estado de Utah, tras una campaña de análisis de animales salvajes en el entorno de instalaciones peleteras con brotes de coronavirus, en una fecha anterior al 30 de octubre. “Actualmente no hay evidencias de que el SARS-CoV-2 esté circulando o se haya establecido en las poblaciones silvestres en el entorno de las granjas de visones infectadas”, señaló DeLiberto.

Su equipo tomó muestras de diferentes animales de varias especies, pero ninguno más dio positivo. La secuencia genética del virus del visón salvaje infectado es indistinguible de las obtenidas en la explotación peletera más cercana, lo que sugiere un contagio directo.

“Si es realmente un animal silvestre que fue contagiado por un visón infectado que se ha escapado de una granja, es preocupante”, opina la veterinaria Elisa Pérez, experta en virus emergentes del Centro de Investigación en Sanidad Animal, en la localidad madrileña de Valdeolmos. “Tener el virus circulando en fauna silvestre sería alarmante. Pueden crearse nuevos reservorios y eso complicaría mucho el control de la enfermedad”, añade Pérez, que espera más información sobre los análisis a otros animales en la zona.

La veterinaria también alerta del posible impacto en la salud de algunas especies si el coronavirus se propaga por la naturaleza. “El visón europeo, por ejemplo, está en peligro de extinción”, recuerda. En España quedan unos 500 ejemplares de este carnívoro, el más amenazado de Europa.

La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) ya advirtió hace un mes del peligro de que los animales susceptibles se conviertan en un reservorio de coronavirus. “Podría suponer un riesgo continuo para la salud pública y dar lugar a futuros episodios de propagación a las personas”, aseguró la institución internacional, con sede en París.

La organización mostró su “preocupación” ante la posibilidad de que los saltos del coronavirus de humanos a visones y viceversa (ya detectados en granjas de Dinamarca) favorezcan mutaciones que aumenten la virulencia del virus o su contagiosidad.

La OIE recuerda que la principal hipótesis es que el SARS-CoV-2, emparentado con coronavirus de murciélagos, tuvo un origen animal, aunque todavía no se ha identificado la vía de llegada a las personas. El motor de la actual pandemia es la transmisión de humano a humano, aunque también se han detectado infecciones anecdóticas en animales domésticos o de zoos, como gatos, perros, tigres, leones y pumas.

“La introducción del virus en nuevas especies animales podría acelerar su evolución, lo que tendría un impacto potencial en las estrategias de vigilancia y de control”, advierte la OIE.