Estados Unidos- Michael Welch, nieto del centenario Quillin, fue el motor de la locura de su abuelo, que dos meses antes de cumplir los 100 decidió celebrarlo cumpliendo un deseo de largo tiempo: saltar en paracaídas.
Pero minutos antes de que despegara el avión, hubo un accidente en el que otro paracaidista tuvo un mal aterrizaje y terminó muy lastimado. Sucedió justo frente al grupo de Quillin, que esperaba para despedirlo con sus mochilas listas rumbo al cielo.
La impresión fue fuerte, pero Quillin tenía una lejana experiencia y el deseo de revivirla en mejores condiciones pudo más. Este sería su primer salto desde 1931, cuando debió hacerlo por obligación, al fallar el motor de un avión en el que viajaba solo junto al piloto. Ambos cayeron sobre una ciénaga.
Pero esta vez, todo fue más placentero: ‘Lo primero que vino a mi cabeza es que no había que guardarse nada. Y fue un gran salto, disfruté cada segundo, ¡fue tremendo!’, dijo Glenn al regresar a tierra con la adrenalina todavía muy alta.
Quillin saltó en tándem con un instructor del club Skydive San Diego en Jamul. Su nieto Michael no quiso perder la oportunidad y saltó también junto a su hermana, Lisa Rhee.
El descenso duró unos cinco minutos, y al llegar a tierra Glenn dijo sentirse realmente bien: ‘Todo lo que puedo decir es ‘misión cumplida”. Sin embargo, no descarta una segunda vuelta para su cumpleaños 101: ‘Si todo sigue bien, no tengo otro plan…’, aseguró.