El astronauta Frank Culbertson, el único estadounidense ausente en la Tierra durante los atentados de 2001, captó con su cámara la enorme humareda del derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York, en unas fotos y video divulgados el viernes pasado por la NASA.
La mañana de los ataques, el 11 de septiembre de 2001, Culbertson se encontraba a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés) junto con dos astronautas rusos y a 250 Km de distancia cuando, según recuerda, vio la bola de humo que se erigía desde la zona de Manhattan.
Al momento de enterarse sobre lo que estaba ocurriendo, porque se lo comunicaron sus superiores, Culbertson comenzó a documentar los ataques en fotografías porque la ISS sobrevolaba en esos momentos el área de Nueva York.
“Cuando la vi por la ventana, tomamos el video justo cuando colapsaba la segunda torre. No sabía qué ocurría exactamente, pero supe que era algo verdaderamente malo porque había una gran nube de escombros que cubría Manhattan”, señaló Culbertson, según un comunicado divulgado por la agencia espacial estadounidense. “Allí fue cuando verdaderamente se volvió algo doloroso porque fue como ver una herida en el costado de tu país”, agregó Culbertson.
En una carta que publicó al día siguiente de los ataques terroristas, Culbertson señaló: “el mundo cambió hoy. Lo que haga o diga es poco en comparación con la trascendencia de lo que ocurrió a nuestro país al ser atacado”.
“Es horrible ver el humo que emanaba de las heridas hechas a tu país desde semejante perspectiva. La dicotomía de estar en una nave espacial dedicada a mejorar la vida en la Tierra y ver cómo esa vida es destruida mediante unos actos terribles y deliberados sacude la psique, no importa quién eres”, enfatizó Culbertson.
“Las lágrimas no fluyen de la misma manera en el espacio. Es difícil describir lo que siente; era el único estadounidense fuera del planeta en ese momento”, dijo Culbertson, de 62 años, jubilado de la NASA desde el 2002. Para Culbertson, los ataques suscitaron una reacción visceral y “abrumadora” al enterarse de que un amigo suyo de sus tiempos en la Academia Naval de EEUU, Charles Burlingame, fue el piloto que falleció cuando el vuelo 77 de American Airlines se estrelló contra el Pentágono.

