La derecha chilena comenzó a soñar ayer con el primer triunfo elector en más de medio siglo de la mano del millonario empresario Sebastián Piñera, pero para ratificar su histórica vuelta al poder deberá ganar el balotaje del 20 de enero al candidato oficialista Eduardo Frei.

Piñera, un empresario de 60 años con una fortuna de 1.000 millones de dólares según la revista Forbes y que quiere dar más incentivos al sector privado, obtuvo un 44,23% de los votos, escrutado un 59,9% de las mesas de las elecciones presidenciales de Chile.

Por su parte, el ex presidente Eduardo Frei, candidato de la Concertación gobernante y que ha prometido seguir con las políticas de la popular mandataria Michelle Bachelet, se quedaba con en segundo lugar con un 30,5% de los sufragios.

Tercero, bastante más lejos de los que se creía, asomaba el candidato independiente, Marco Enríquez-Ominami con el 19,39% de los votos.

Para los analistas chilenos un 44% de votos en la primera vuelta en favor de Piñera lo coloca en una buena posición para el balotaje del 17 de enero, en el que según sondeos de opinión parte de los sufragios del candidato independiente Marco Enríquez-Ominami pasarían al empresario.

Y sustentan esta afirmación en que el multimillonario empresario recibe votos no sólo de la derecha tradicional, sino de un electorado que no se considera heredero del legado pinochetista y que como el propio Piñera, se distanció del régimen militar.

Un gobierno de Piñera no implicaría un cambio profundo en la política económica de apertura que ha convertido a Chile, el mayor productor de cobre del mundo, en un modelo de estabilidad para la región y el mundo.

"Necesitamos renovación. Por eso voto por Piñera. Creo que luego de 20 años, él lo puede hacer mucho mejor que la Concertación", dijo Silvia Estrada, una ama de casa de 42 años que votó en la acomodada comuna de Las Condes, en la capital.

El candidato de derecha, que es la segunda vez que se postula a la presidencia, se ha beneficiado del desgaste de la Concertación, con divisiones internas que le costaron la salida de algunos de sus líderes.

La alianza entre socialistas y democratacristianos llegó al poder en 1990 tras 17 años de dictadura del general Augusto Pinochet.

Para los chilenos, ya acostumbrados al balotaje, la segunda ronda se anticipa como un enfrentamiento duro en que la Concertación deberá esforzarse por captar parte de los votos de Enríquez-Ominami, que al igual que el candidato de la izquierda, Jorge Arrate, fue alguna vez miembro del pacto oficialista.

Aunque la izquierda no ha dado su apoyo en las elecciones previas abiertamente a la coalición, sí ha dejado a sus votantes en libertad de acción y el porcentaje de sufragios pasará casi matemáticamente en favor de la Concertación en la segunda vuelta. De todos modos, la izquierda sumaba ayer apenas el 5,85% de los sufragios.

Piñera votó en un céntrico colegio de Santiago luciendo una camisa celeste sin corbata y acompañado por su esposa en un bullicioso ingreso al centro electoral.