Fuerzas de seguridad hondureñas chocaron ayer con cientos de seguidores del derrocado presidente Manuel Zelaya que desafiaron un toque de queda frente a la embajada de Brasil, donde el líder se refugió tras escabullirse en el país para intentar volver al poder.
Policías y militares dispersaron con gases lacrimógenos, carros lanza agua y una antena que emitía un sonido ensordecedor a los manifestantes, que se defendieron con piedras en enfrentamientos que dejaron decenas de heridos y detenidos.
Cientos de miembros de las fuerzas de seguridad se habían desplegado a la madrugada alrededor de la sede diplomática, a donde Zelaya llegó el lunes por sorpresa tras burlar la defensa del Gobierno de facto casi tres meses después de que le arrebatara el poder agudizando la peor crisis política en América Central en décadas.
Brasil aseguró que no tolerará acciones contra su representación en Tegucigalpa y pidió una reunión especial del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El régimen de presidente de facto, Roberto Micheletti, ejerció a ultranza el toque de queda que dispuso el lunes y decidió extenderlo hasta la mañana de hoy miércoles.
"El régimen golpista está desafiando al mundo; la comunidad internacional quiere una salida negociada, pacífica, pero aquí lo que hay como respuesta es violencia, represión contra el pueblo", afirmó Zelaya a la radio local Globo.
Luego de ser dispersados en la embajada, seguidores del derrocado mandatario se congregaron en otros puntos de la capital pese al toque de queda. En media docena de barrios, los simpatizantes marcharon y bloquearon calles.
Según periodistas de la cadena de TV Telesur, Tegucigalpa está "paralizada", sin transporte público, sin comercios o escuelas funcionando y con los servicios básicos restringidos. Los únicos vehículos que circulan son comandos especiales de las fuerzas armadas o carros antimotines
En una capital militarizada, la embajada brasilera se había convertido en la sede de la resistencia, aunque la agencia DPA reportó que las 50 o 60 personas que permanecen dentro no están en las mejores condiciones: recién hoy se reestableció el servicio eléctrico, los teléfonos están cortados y no sobran los alimentos.
En Nueva York, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva afirmó que garantizará el derecho de Zelaya a refugiarse allí.
Por otra parte, el canciller brasileño, Celso Amorin contó, citado por la agencia ANSA, que conversó con la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, quien ofreció la embajada estadounidense en Honduras para trasladar a las mujeres y niños que estaban en la sede brasileña.
Con apoyo de los sectores políticos más conservadores, el Congreso, miembros del poder judicial y militares derrocaron a punta de pistola a Zelaya a fines de junio y lo expulsaron en pijamas a Costa Rica por supuestamente violar la Constitución para tratar de allanar el camino a la elección presidencial.
El presidente de facto, Roberto Micheletti, aseguró que la policía arrestará al líder derrocado si abandona la embajada brasileña. Pero, en una entrevista con Reuters, desechó un asaltó a la embajada.