Con el corazón en vilo y distintos estados de ánimo, Chile y Perú, esperan hoy por la mañana un histórico fallo del Tribunal Internacional de La Haya que podría poner fin a un largo conflicto de límites marítimos y, sea cual sea, marcará el futuro de las relaciones bilaterales de los dos países.

Si el fallo resultara favorable a Perú podría abrirle el ansiado paso al mar que perdió en la Guerra del Pacífico a fines del siglo XIX.

Con este fallo, Perú concluirá un capítulo de su historia al dar por cerrada, 200 años después de su independencia, la demarcación de los límites con los países vecinos, que ha sido especialmente compleja al tener fronteras con 5 países: Ecuador, Colombia, Brasil, Bolivia y Chile.

El 16 de enero de 2008 el gobierno de Perú, bajo la administración de Alan García, interpuso una demanda contra Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ), la misma que le dio la razón a Uruguay en el conflicto con Argentina por la papelera, para solucionar un diferendo sobre su frontera marítima.

Aunque cualquier mínimo cambio que suponga el fallo de la CIJ, con sede en La Haya, ya es visto por Perú como una ganancia, lo que pide la demanda peruana es establecer el límite marítimo con Chile en una línea equidistante a las costas de ambos países, con el argumento de que nunca ha sido fijado, lo que le otorgaría hasta 38.000 kilómetros cuadrados de mar que hasta ahora están bajo soberanía chilena. Un pequeño, pero emblemático, territorio de menos de cuatro hectáreas -ver infografía-.

Sin embargo, para Chile no existe tal conflicto, pues ya hay una línea paralela sobre las aguas del Océano Pacífico, ratificados en tratados suscritos en 1952 y 1954. Perú desecha este argumento al asegurar que son convenios solo para fijar la actividad pesquera en esa zona y defender sus recursos hidrobiológicos de la depredación de flotas balleneras extranjeras. Perú también ha solicitado a la Corte que reconozca sus derechos soberanos sobre un ‘triángulo externo‘ de más de 28.000 Km cuadrados que estaría dentro de las doscientas millas marinas de sus costas y que Chile considera como alta mar.

Frente a la cercanía del fallo todo Perú cerró filas con el presidente Ollanta Humala, incluso la oposición acostumbrada a tener agrios enfrentamientos con el mandatario. También los empresarios hicieron público el respaldo al Gobierno. En Lima, incluso, algunos diarios sensacionalistas subieron furiosamente sus ventas al incluir fascículos por entrega de la historia de la guerra del Pacífico, que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia a fines del siglo XIX, y que culminó con gran parte de los territorios salitreros en manos chilenas.

�Las encuestas también marcan un alto optimismo de la población. En Perú la efervescencia por le fallo es transversal y el optimismo desbordante, en Chile, en cambio, el ánimo no es de los mejores y el derrotismo está a la orden del día.

Ambos países han ratificado que van a acatar el fallo, pero de todos modos, de los dos lados ya han reforzado la seguridad en la frontera en las dos ciudades en las que el fallo podría impactar directamente: Arica, en Chile, y a Tacna, en Perú. Asimismo, hay múltiples intereses pesqueros en juego y un fuerte nerviosismo en los pescadores artesanales del norte de Chile, que han debido ser apaciguados con visitas del canciller, Alfredo Moreno, y otros ministros de peso. En ambos lados, temen que el fallo no solo altere los ánimos y ponga en riesgo en creciente comercio bilateral. Tacna y Arica mantienen un fluido intercambio comercial y turístico, al punto que las autoridades peruanas indican que la ciudad peruana recibe unos 20.000 visitantes chilenos al día.
El presidente de la Cámara Regional de Turismo (Caretur) de Tacna, David Rendón, afirmó que su ciudad recibe unos 400 millones de dólares anuales por concepto del turismo, atribuidos en un 95 % a los visitantes chilenos. Chile es uno de los principales inversores latinoamericanos en Perú, con unos 12.000 millones de dólares.