España estaba conmocionada tras enterarse de que tres menores, con edades comprendidas entre 3 y 14 años, fallecieron ayer, al parecer de forma violenta. Se presume que fueron asesinados por la monitora que los cuidaba de noche en el centro de contención de menores discapacitados donde se albergaban los chicos.
Los menores, con discapacidad de grado medio, presentaban movilidad reducida entre el 78 y el 90 por ciento. En cuanto a la monitora, de origen uruguayo, los investigadores creen que la mujer pudo haber cometido un ‘homicidio compasivo‘. De los tres niños, dos son españoles -D. G. C., nacido en Salamanca, y M. A. S. C, en Burgos- y uno guineano, D.E.Q., de Malabo (Guinea Ecuatorial).
La monitora de los tres menores que perdieron la vida en el centro para discapacitados motrices -ubicado cerca de Valladolid- está bajo custodia policial como presunta autora de las muertes, que se habrían producido por asfixia: los tres menores aparecieron con bolsas de plástico en sus cabezas. La supuesta autora del triple homicidio, natural de Montevideo (Uruguay) y de 55 años, ha sido ingresada en un centro hospitalario con heridas de arma blanca en la cabeza y las muñecas.
El suceso ocurrió en un centro de acogida gestionado por la ONG Mensajeros de la Paz. Los agentes de la Guardia Civil acudieron tras recibir una llamada de emergencias 112 sobre un intento de suicidio. La monitora, Gabriela Lilian B. H., que cuidaba durante las noches a los niños, fue hallada inconsciente cuando llegaron otras cuidadoras, según fuentes cercanas al centro de discapacitados.
Las primeras hipótesis apuntan a que la monitora habría intentado suicidarse tras cometer el triple homicidio. Las otras cuidadoras que dieron la alerta han necesitado atención psicológica.
Los menores, tutelados por la Junta de Castilla y León ‘habrían muerto por asfixia‘ y la homicida habría actuado con sus propias manos, según indicó el subdelegado del Gobierno de Valladolid, Cecilio Vadillo, en una rueda de prensa junto a la consejera de Familia, Milagros Marcos, y el padre Ángel, presidente de la ONG Mensajeros de la Paz, que gestionaba el centro tutelado por el Gobierno autonómico.
En el centro sólo había tres menores -de 3, 9 y 14 años- aunque cuenta con capacidad para seis, según indicó el padre Ángel. ‘Son actos que sólo pueden obedecer a la locura‘, señaló consternado el presidente de la ONG. La cuidadora trabajaba en el centro desde hace seis años y no había constancia de que hubiera padecido síntomas de depresión.
