Este sábado 10 de octubre en la ciudad de Asís, Italia, el cardenal Agostino Vallini, vicario emérito del Papa Francisco para la diócesis de Roma, presidirá la beatificación de Carlo Acutis, un joven que dedicó su corta vida a predicar el amor al prójimo y con su ejemplo, y llevar la Palabra de Dios al mundo a través de internet.

Carlo tenía solo 16 años y era un joven dinámico, actual, fanático y conocedor de las redes sociales. La pregunta es: ¿saltó a la prensa mundial y a las redes por su vida de santidad? ¿o fue por el estado de conservación de su cuerpo “incorrupto” que fue malinterpretado por los medios?

Al inaugurar la capilla en donde reposan sus restos mortales, y al ver su cadáver, comenzó una ola de comentarios acerca de la “incorruptibilidad del cuerpo del futuro Beato Carlo Acutis”, generando miles de voces en la radio, la televisión y las redes sociales. Pero, ¿es tan así? Veamos qué dicen las autoridades de la Iglesia y los médicos sobre este tema.

Pero primero debemos saber por qué Carlo es Beato de la Iglesia Católica, qué hizo para obtener ese grado de venerabilidad.

Desde que recibió la Primera Comunión a los 7 años el niño nunca faltó a la cita cotidiana con la Santa Misa. Siempre, antes o después de la celebración eucarística, se quedaba delante de la Sagrario para adorar al Señor.

Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres, Inglaterra. Proviene de una familia italiana, originaria de Lombardía. Sus padres Andrea Acutis y Antonia Salzano se encontraban en Londres por motivos profesionales. Tras el nacimiento de Carlo la familia Acutis regresó a Italia en septiembre de 1991, instalándose en Milán unos meses más tarde.

Criado por padres bastante tradicionales pero en nada practicantes del catolicismo. Se podría calificar a la familia como “católicos sociales”, es decir aquellos solo van al templo para bautismos, casamientos y sepelios. Sin embargo, extrañamente, desde muy niño Carlo mostró una vocación especial por los temas vinculados a la religión.

En la casa de los Acutis trabajaba una señora de origen polaco de nombre Devota, quien podría ser la fuente en la cual Carlo comenzó a conocer el Evangelio y a Iglesia. Desde que recibió la Primera Comunión a los 7 años el niño nunca faltó a la cita cotidiana con la Santa Misa. Siempre, antes o después de la celebración eucarística, se quedaba delante de la Sagrario para adorar al Señor. Y rezaba el Rosario todos los días. La modernidad de Carlo conjugaban perfectamente con su profunda vida eucarística y devoción mariana, que contribuyeron a que llegase a ser un chico muy especial al que todos admiraban y amaban.

Carlo estaba particularmente interesado en el mundo de las tecnologías, de la información y la comunicación. Entre sus pasiones estaba la informática por la que mostró un gran talento. Ideó y organizó un material audiovisual para la red relacionado con sus creencias religiosas acerca de la Eucaristía. Durante su tiempo libre concurría a la parroquia y ahorraba dinero para poder prestar ayuda a los más necesitados.

Podemos leer en sus escritos: “La felicidad es mirar a Dios. La tristeza es mirarte a ti mismo”. Tal era su testimonio de vida que una familia de religión Hindú, a la que prestaba ayuda, al ver la espiritualidad del joven se convirtieron al Cristianismo.

A principios de octubre de 2006 Carlo enfermó leucemia del tipo M3. No había ninguna posibilidad de curación. Carlo sabía que se moría, y al ingresar al hospital le dijo a su madre: “De aquí ya no salgo”.

A principios de octubre de 2006 Carlo enfermó leucemia del tipo M3. No había ninguna posibilidad de curación. Carlo sabía que se moría, y al ingresar al hospital le dijo a su madre: “De aquí ya no salgo”.

Pidió la unción de los enfermos y tres días después del diagnóstico, el 12 de octubre de 2006, falleció en el hospital San Gerardo de Monza, Italia. Antes de saber de su enfermedad, realizó un video en el cual anunciaba su muerte y solicitaba ser enterrado en Asís.

La fama de Santidad de Carlo corrió como pólvora por las redes sociales, al punto que se comienza el proceso de Canonización y gracias a un milagro realizado por su intercesión sobre un joven que sufría de Páncreas Anular en Brasil, el cual concurrió a la parroquia de Nuestra Señora Aparecida junto con su abuelo y delante de la reliquia del Venerable siervo de Dios Carlo Acutis le solicitó la gracia que intercediera ante el Señor para que “dejara de vomitar”. Y así fue. Lo médicos constataron la desaparición del mal del Páncreas que sufría y por este milagro será Beatificado.

Antes de continuar vale la aclaración: El culto a los santos que tributa la Iglesia Católica se llama “Dulía”, el de la Virgen es “Hiperdulía” y el que le debemos a Dios y sólo a Él, es “Latría”. Es decir, que la Virgen y a los santos se les venera y a Dios se le adora. Ni la Virgen ni los Santos “Hacen milagros”. El milagro solo lo concede Dios, por mediación de la Virgen, de los Santos, Beatos o Siervos de Dios a quienes se solicita la gracia. El diccionario define como Milagro: suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios. Invocar a los santos no es para los católicos privar a Dios del honor que solo a Él es debido, sino solicitar su intercesión; del mismo modo que María en las bodas de Caná de Galilea, intercedió ante su hijo Jesús para que realizara el primer milagro y convirtió el agua en vino.

El cuerpo de Carlo Acutis en su tumba en Asís, Italia.

Sobre su cuerpo incorrupto

Acá comienza el tema del cuerpo de Carlo Acutis y de los cuerpos incorruptos. Para la Beatificación o canonización siempre se exhuma el cuerpo del candidato a los altares y se realiza una comprobación sobre el mismo.

En el caso de Carlo Acutis, el Obispo Domenico Sorrentino de la Diócesis de Asís señaló que esas noticias de la incorruptibilidad del cuerpo de Carlo no responden a la verdad.

Relata el religioso: “Al acto de la exhumación en el cementerio de Asís, ocurrida el 23 de enero de 2019 en vista al traslado al santuario, este fue encontrado en el normal estado de transformación propio de la condición post mortem (...) el cuerpo, si bien transformado, pero con varias partes todavía en su conexión anatómica, fue tratado con técnicas de conservación y de integración normalmente practicadas para exponer con dignidad a la veneración de los fieles los cuerpos de los beatos y de los santos. La reconstrucción de la cara con una máscara de silicona fue particularmente exitosa.”

Carlo, aclara la Iglesia, no está “intacto” sino “bien conservado” dentro del esperable. Y lo que causó tanto asombro y malinterpretación es su cuerpo cubierto con cera y silicona para la veneración de los fieles (IPA/Sipa).

En la misa celebrada por Monseñor Sorrentino, el día de su exhumación dijo en la homilía: “Vemos a Carlo nuevamente en su cuerpo mortal, un cuerpo que ha pasado en los años del entierro en Asís por el proceso normal de descomposición, que es el legado de la condición humana (…). Pero este cuerpo mortal está destinado a la resurrección”.

Así mismo el rector del Santuario del Despojo, en Asís, Carlos Acácio Gonçalves Ferreira, explicó que el cuerpo de Acutis “se encuentra en un estado muy íntegro, no intacto, pero íntegro. Conserva todos los órganos”.

Es decir que no está “intacto” sino “bien conservado” dentro del esperable. Y lo que causó tanto asombro y malinterpretación es su cuerpo cubierto con cera y silicona para la veneración de los fieles.

Consultado sobre este tema a Fray Marcelo Méndez OFM, postulador diocesano de la Causa de Canonización de Fray Mamerto Esquiú (cuya beatificación se celebrará en marzo del 2021 en Catamarca) especificó con claridad que la Iglesia Católica “no considera la incorruptibilidad de un cuerpo como signo de santidad”.

Sobre el rostro del Padre Pío de Pietralcina se hizo una máscara de cera. La confeccionaron en el Museo de Madame Tussaud.

Próspero Lambertini, quien fue luego el Papa Benedicto XIV, escribió el extenso trabajo mientras servía en la congregación de la Santa Sede para la promoción de las causas de los santos desde 1708 hasta 1728. Dos capítulos del libro, titulado De Cadaverum Incorruptione, esboza sobre el fenómeno de la incorruptibilidad. Lambertini dictaminó: “Los cuerpos de personas santas que se encuentran intactos, pero que se desintegran después de unos años, no pueden considerarse preservación milagrosa”. Y también: “Las únicas conservaciones que estaba dispuesto a considerar extraordinarias son aquellas que conservan su flexibilidad, color y frescura real, sin una intervención deliberada, durante muchos años después de su muerte”.

Sin embargo se debe observar que hay causas naturales para la conservación de un cuerpo las cuales las autoridades eclesiásticas toman en cuenta y pueden ser: Momificación, Saponificación, Congelación y Corificación.

La Momificación: consiste en la desecación del cadáver por evaporación del agua de sus tejidos. Como consecuencia de esto, se hace imposible el desarrollo de los gérmenes, por lo cual se detiene e impide que continúe la putrefacción. Como ser el caso de Santa Zita, Patrona de las empleadas domésticas.

La Saponificación: Proceso que consiste en el cambio químico que presenta la grasa corporal al convertirse en un compuesto similar a los jabones. Se inicia en las partes corporales con mayor cantidad de grasa y mejillas. Se va extendiendo por la sustancia grasa del resto del cuerpo. La totalidad de la grasa experimenta este proceso. Por ejemplo, San Luis Orione, al cual se realizó un tratamiento para poder ser expuesto y en nuestro país el cuerpo de la sierva de Dios Madre Mercedes del Carmen Pacheco, posee esas características, la cual fue comprobada en su exhumación canónica realizada por la doctora Adriana Mendía, en la ciudad de San Miguel de Tucumán.

Santos incorruptos. Santa Zita

La Congelación: El enfriamiento continuado a -40° C permite la conservación casi indefinida de productos perecederos, tanto animal como de origen vegetal. En el caso de la Iglesia Católica, no hay ningún caso de santos congelados y preservados por este medio.

La Corificación: Es una especie de embalsamamiento natural. Ocurre en cadáveres que se hallan en ataúdes de zinc o plomo cerrados herméticamente por soldadura. La putrefacción se detiene por carencia de oxígeno. Se caracteriza porque la piel del cadáver, de color grisáceo, adquiere la consistencia típica del cuero recién curtido. Como fue el caso de la Beata Crescencia Pérez, de las Hermanas del Huerto y sepultada hoy en Pergamino.

Las causas no naturales de una incorruptibilidad corporal es el embalsamamiento del cuerpo o el tratamiento con conservantes químicos. Tal es el caso que ocurrió con el cuerpo de Santa Margarita de Cortona, había recibido un extenso embalsamamiento y otras intervenciones después de su muerte. O del cuerpo de San Juan XXIII, que fue tratado con químicos luego de su fallecimiento y hoy se expone a la veneración de los fieles en la Basílica de San Pedro del Vaticano, pero cubierto su rostro y manos con una máscara de cera.

Santos incorruptos. San Luis Orione fue sometido a un tratamiento de saponificación

Lo más común es que solo queden las osamentas de los candidatos a la santidad canonizable, lo cual no quita ningún mérito para el camino a la canonización, como dejó en claro el Padre Fray Marcelo Méndez OFM. Por ejemplo, en Argentina están los casos de San Gabriel del Rosario Brochero, La Beata María Antonia de San José, el Beato Ceferino Namuncurá, la Beata Laura Vicuña; la Beata Ludovica de Angelis, la sierva de Dios Madre Isabel Fernández, etc… las cuales están sus restos en urnas.

Muchos cuerpos de santos o beatos poseen máscaras de cera que cubren su rostro, y al estar tan bien realizadas muchos confunden y creen que están incorruptos y no es así. Son los casos de Carlos Acutis, el Padre Pío de Pietralcina, que posee un rostro que fue confeccionado por la casa de cera de Madame Tussauds en Londres, la Beata Ana María Taigi y Santa Bernardita, la vidente de Lourdes.

Otros en cambio poseen mascaras de Plata u otro metal como ser Santa Lucía, San Pío X o el Beato Luigi Longo. En cambio, algunos se veneran la osamenta como el caso de Santa Francisca Romana, expuesta a los fieles en su iglesia en Romana del Foro o el de otros santos donde reliquias de su cuerpo se esparcen por todo el mundo, como ser el caso de Teresa de Jesús. Otros, en cambio se guardan sus restos en arcas relicarios, como el de Santa Teresita del Niño Jesús.

Imagen del cuerpo embalsamado del papa Juan XXIII en el interior de la basílica de San Pedro en el Vaticano.

De muchos quedan partes momificadas de su cuerpo que se guardan en relicarios, como por ejemplo: la lengua de San Antonio de Padua, el corazón del Padre Pío o de Don Orione, las manos de Santa Catalina Laburé (la vidente de la Virgen de la Medalla Milagrosa), el cerebro de la “Chiquitunga” la Beata María Felicia de Jesús Sacramentado en Paraguay. También en Paraguay se conserva el corazón carbonizado de San Roque Gonzales de la Santa Cruz que junto con sus compañeros fueron martirizados y luego de ser asesinados, le quitaron el corazón y lo tiraron al fuego.

De otros santos no queda ningún vestigio porque sus cuerpos fueron cremados en los campos de exterminios nazis como ser Santa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y San Maximiliano Kolbe que fueron martirizados juntos a millones, una por ser judía conversa y el otro por tomar el lugar de un condenado a muerte padre de familia.

Santos incorruptos. La Beata Ana María Taigi

Pero lo importante y lo fundamental, no es reducir la fe a cuestiones mágicas o a un culto tanatológico. Los cuerpos de los Santos o sus reliquias no poseen “poderes mágicos o milagrosos”. Creer en eso es fetichismo e idolatría. Los católicos reverencian sus cuerpos porque fueron templo del Espíritu Santo por la gracia del Bautismo (como lo somos todos los cristianos) y al contemplarlos deben ver en ellos que eran personas de carne y hueso, con los mismas falencias y defectos, pero que en su vida intentaron superar esos defectos y a la luz del Evangelio poder transformar los mismos en virtud y Dios les concedió la gracia de ser faros de espiritualidad en medio del pueblo fiel. La mejor manera de honrar a un Santo, es conocer su vida e intentar imitar sus virtudes.

Santa Bernardita, la vidente de Lourdes, posee una máscara de cera.