La policía griega lanzó ayer gases lacrimógenos y se enfrentó con manifestantes en Atenas, en el marco de la huelga general que casi paralizó al país, en contra del plan diseñado por gobierno socialista de Yorgos Papandreu, para enfrentar la crisis económica, que contempla subas de impuestos, congelación de salarios y el aumento de la edad jubilatoria.

Más de dos millones de trabajadores adscritos a la Confederación General de Trabajadores de Grecia (GSEE), la Unión de Funcionarios Civiles (ADEDY) y a la organización sindical comunista (PAME) fueron convocados a apoyar la medida de fuerza, que por primera vez unió a sindicatos del sector público y privado, en contra del Ejecutivo socialista.

La huelga de 24 horas mantuvo cerrados colegios, oficinas públicas y bancos, mientras que el transporte público se redujo al mínimo y se suspendieron los servicios aéreos y marítimos. En Los hospitales públicos solo atendieron casos de extrema emergencia.

Alrededor de 400 vuelos desde y hacia Grecia previstos para ayer fueron cancelados. Los aeropuertos solo se iba a abrir para casos de emergencia y operaciones del Estado.

Los barcos con destino a las islas y a Italia también suspendieron sus itinerarios, al igual que los trenes de larga distancia, los de cercanía, el metro y los tranvías.

Tampoco hubo informativos radiofónicos ni televisivos, ya que los periodistas iniciaron una huelga de 24 horas.

En tanto, en el sector turístico no hubo huelga, al tiempo que algunos supermercados y otras tiendas abrieron ayer sus puertas.

En Atenas, manifestantes arrojaron piedras, pintura roja y botellas de plástico contra las fuerzas policiales cerca del Parlamento, en medio de esporádicos forcejeos y enfrentamientos cuerpo a cuerpo que provocaron algunos daños materiales.

Desde la madrugada la policía había cortado el acceso del tráfico al centro de Atenas, lo que causó problemas en la circulación en la ciudad en la que se concentra casi al 50% de la población.

La policía griega lanzó gases lacrimógenos a un grupo de jóvenes que intentaban atacar el edificio de la universidad.

Unos 150 radicales encapuchados rompieron los cristales de algunas tiendas al paso de una de las manifestaciones y los antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos para dispersarlos.

Muchos de los manifestantes portaban pancartas con frases como: "La crisis deben pagarla aquellos que tienen el dinero. Ya basta!".

La protesta culminó con una marcha al Parlamento en la que participaron unas 30 mil personas.

La actual situación griega se desató luego que los problemas económicos gatillaran una crisis de confianza en el euro como moneda común de la Unión Europea (UE) y la imposición, por parte de Bruselas de un severo plan de ajuste, que fue rechazado por las centrales sindicales. Sin embargo, según las encuestas, la mayor parte de los griegos considera que las medidas son inevitables y el 76% cree que no debería haber huelgas hasta que el país haya salido de la crisis.

El propio Papandreou, aseguró ante la convocatoria de huelga que lo comprendía, pero afirmó que, sencillamente, "no hay dinero".