Científicos alemanes y chinos descifraron ayer el genoma de la bacteria E.coli (Escherichia Coli), que ha causado ya 18 muertes e identificaron la cepa como un cruce hasta ahora desconocido muy dañino y persistente, mientras se sigue buscando el foco de la contaminación.
El equipo bacteriológico de la Clínica Universitaria Eppendorf de Hamburgo, la ciudad de la que partió la alerta sanitaria y también la acusación, luego rectificada, contra una partida de pepinos españoles, informó de la identificación del genoma de la bacteria letal, surgida de la combinación de al menos 2 variantes.
La nueva E.coli es una combinación entre un “pariente muy lejano” de la variante más común de la bacteria y otras cepas “clásicas”, como lo definió el bacteriólogo Holger Rohde, de la clínica. La combinación da como resultado una variante muy agresiva, que permanece más tiempo de lo habitual en el intestino y provoca por tanto daños mucho más persistentes, también en el riñón, incluso hasta llegar a producir la muerte.
Por su parte, el portavoz de la Organización Mundial de la Salud Aphaluck Bhatiasevi dijo que ‘esta cepa nunca se ha visto en un brote hasta ahora”.
Ambas variantes habrían intercambiado parte de su código genético y el resultado sería el llamado Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), que ha provocado hasta ahora la muerte de 18 pacientes, de los cuales 17 son de Alemania y el restante de Suecia (que había estado previamente en territorio germano).
La crisis sanitaria, que en Alemania ha producido más de 2.000 ingresos y 470 casos confirmados de SUH, se ha extendido a otros países, al registrarse infecciones en Reino Unido, Escandinavia, España y Holanda, todos ellos de personas que pasaron por la ciudad de Hamburgo.
Las contradictorias explicaciones de las autoridades alemanas -que atribuyeron el foco de la infección a una partida de pepinos españoles, antes de rectificar- han generado el desconcierto del consumidor, mientras la comunidad científica trabaja forzadamente en busca de soluciones.
El mismo equipo científico de Hamburgo advirtió que la nueva identificación del genoma no implica que pueda darse de inmediato con un remedio, ya que la interpretación de los datos recabados puede demorarse semanas.
La fuente de las infecciones continúa sin ser hallada y, por tanto, sin aclararse en qué punto de la cadena alimentaria se produjo la contaminación.
Mientras se sigue investigando el foco de la infección, los expertos aconsejan a la población no consumir ni pepinos, ni tomates ni ensaladas, sea cual sea su origen, lo que está provocando perjuicios multimillonarios en el sector.
Al margen del cruce de acusaciones entre las autoridades españolas y las alemanas -por parte de España, se exigen indemnizaciones por los daños millonarios a su sector agrícola-, la infección amenaza arruinar a agricultores alemanes y de otras partes de Europa.
El veto a los productos españoles se levantó este miércoles, pero persiste la sospecha generalizada sobre pepinos, tomates y ensaladas de cualquier procedencia.
En este mismo sentido, Rusia ha prohibido a partir de ayer las importaciones de verduras procedentes de la Unión Europea (UE), tras el brote de una infección intestinal, lo que acarreó una dura protesta de la UE.

