Irán anunció ayer una aparente concesión sobre su programa nuclear, tan temido por EEUU. Tras un acuerdo alcanzado en Teherán con Brasil y Turquía como mediadores, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Manoucher Mottaki, declaró ayer que Irán se compromete a enviar en un mes 1.200 kilogramos de su uranio poco enriquecido (al 3,5 por ciento) a suelo turco, donde quedará bajo custodia del país anfitrión, de Irán y del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de Naciones Unidas.
Un año después de la entrega, Teherán debe recibir 120 kilos de combustible nuclear enriquecido al 20 por ciento (que será usado en un reactor de investigación médica) procedente de los países productores, Francia y Rusia. De lo contrario, Turquía devolverá a Irán el uranio.
En esta línea, Irán expresó ayer que remitirá a lo largo de la presente semana una carta al OIEA con los detalles de la nueva oferta, a la espera de que esa medida sea aceptada. El año pasado, en el marco del OIEA, EEUU, Rusia y la Unión Europea (UE) ofrecieron a Irán enriquecer su uranio en Francia y en suelo ruso. Irán, que había rechazado esa propuesta, aceptó ayer una que establece a Turquía como país en el cual se llevará a cabo ese proceso atómico.
De todos modos, el régimen iraní aclaró que no tenía intenciones de suspender el enriquecimiento de uranio que EEUU sospecha tiene por fin producir armas nucleares. Irán, que en febrero pasado había lanzado los trabajos para enriquecer uranio a un 20 por ciento de pureza, asegura que su programa atómico es para fines pacíficos.
El enriquecimiento de uranio es un proceso que aumenta la proporción de isótopos fisibles encontrados en ese mineral, para volverlo útil como combustible nuclear o centro explosivo comprimido de armas nucleares. Para generar electricidad, debe enriquecerse entre un 3 y un 5 por ciento. Para crear el núcleo de una bomba atómica, debe ser refinado a niveles por sobre el 80 por ciento.
EEUU dijo que mantienen "serias preocupaciones" sobre el programa nuclear de Irán, aunque consideró el acuerdo como "un paso positivo". Así lo aseguró ayer el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, sin descartar sanciones a Irán. El presidente de Brasil, Luiz Inazio Lula da Silva, afirmó que el tratado "es un triunfo de la diplomacia", tras la reunión en Teherán junto a su par de Irán, Mahmud Ahmadinejad, y al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. Una apuesta fuerte que según los expertos encerraba un alto riesgo político y diplomático para las aspiraciones internacionales del presidente brasileño, quien suena como secretario general de la ONU.

