­Japón luchaba ayer para evitar una desastrosa fusión en sus reactores nucleares dañados por el poderoso terremoto del viernes pasado, mientras la cifra estimada de muertos se elevó a más de 10.000 personas y 600.000 evacuados a tres días del terremoto y los tsunamis que azotaron el noreste del país.

El primer ministro japonés, Naoto Kan, describió la crisis como la peor que ha sufrido el país desde 1945, mientras que fuentes oficiales confirmaron que tres reactores nucleares corren riesgo de sobrecalentarse, aumentando el temor a una filtración de radiación descontrolada.

En una comparecencia en televisión, Kan afirmó que el futuro de Japón se verá determinado por la manera en que se enfrente a esta tragedia.

De un primer reactor nuclear con problemas, la preocupación se ha extendido a un segundo en el que el sistema de enfriamiento de emergencia ha dejado de funcionar. Además se declaró el alerta nuclear en la planta nuclear de Onagawa, unos 150 Km al norte de Fukushima.

Funcionarios trabajaban desesperadamente para evitar que se recalentaran las barras de combustible en los reactores dañados, luego de que se expulsó al aire radiación controladamente para reducir la presión.

El Gobierno japonés alertó ayer del riesgo de una nueva explosión en Fukushima donde la fuga radictiva se elevó por encima de los niveles permitidos internacionalmente. La radiación que emitía ayer el rector 1 de Fukushima llegó a 882 microsievert a la hora, por encima del límite recomendado de 500, incluso que en un momento se alcanzaron los 1.204 microsievert, unidad de medida de exposición a radiaciones ionizantes.

El Gobierno dijo que existía el riesgo de que explotara un edificio en el que se encuentra un segundo reactor nuclear, luego de que el techo voló por un estallido el sábado en el complejo, 240 Km al norte de Tokio.

El temor es que si las barras de combustible no se enfrían podrían derretir el contenedor que alberga el núcleo, o incluso explotar, lanzando material radiactivo al viento.

La agencia de noticias Kyodo dijo que unas 600.000 personas fueron evacuadas en todo el país, muchas de ellas buscando refugio envueltas en frazadas, algunas abrazándose y sollozando.

Las autoridades establecieron una zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de la planta de generación nuclear de Fukushima Daiichi y de unos 10 Km en torno a otra instalación cercana.

El accidente nuclear, el peor desde el desastre de Chernobyl en 1986, provocó críticas de que las autoridades estaban mal preparadas para un terremoto tan potente y para la amenaza que podría suponer para la industria nuclear del país.

El secretario jefe de Gabinete, Yukio Edano, dijo que podría haber una fusión parcial de las barras de combustible en el reactor número 1 de la planta de Fukushima.

Los ingenieros estaban bombeando agua de mar para tratar de evitar que ocurriera lo mismo en el reactor número 3.

Consultado si las barras de combustible se estaban derritiendo parcialmente en el reactor número 1, Edano dijo: "Existe esa posibilidad y estamos tratándolo bajo esa suposición".

Daiichi TEPCO, quien opera la central de Fukushima, se preparaba la inyección de agua de mar al reactor número 2. La tarea ya se a estaba realizando en los otros dos reactores de la instalación.

El terremoto del viernes de 9 grados en la escala de Richter, dañó el suministro eléctrico de la central, mientras que el tsunami posterior detuvo los generadores diesel de emergencia, lo que afectó al sistema de refrigeración.