El presidente de Uruguay, el ex guerrillero de 75 años José Mujica, encontró en sus propias filas el mayor obstáculo para avanzar en sus planes reformistas durante su primer año de gestión, que se cumple hoy y en el que sus acciones y su popularidad fueron de más a menos.

Su principal éxito llegó en política exterior, con la resolución de un conflicto con Argentina por la instalación de una planta papelera a orillas de en un río fronterizo, que duró 7 años.

Para el analista político Adolfo Garcé "el presidente obtuvo logros rápidos en su gestión y eso se reflejó en una popularidad histórica, que llegó al 70 %, sin antecedentes en el país", dijo a Efe Garcé.

A pesar de su avanzada edad, su poco apego a las formas y los 13 años que pasó en la cárcel por su lucha armada con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros antes y durante la dictadura militar (1973-1985), Mujica se mostró desde el comienzo bastante cómodo en el sillón presidencial.

El gobernante del bloque de izquierdas Frente Amplio (FA) ha logrado que Uruguay haya sido destacado este año por su excelente clima de negocios y sus brillantes cifras económicas, como un nivel de desempleo del 5,4%, de los más bajos de su historia, y un crecimiento en 2010 superior al 8 %.

No obstante, no todo ha sido de color de rosa en estos 365 días. A medida que transcurrieron los meses aparecieron los primeros nubarrones y el gobernante acabó 2010 con un 48 % de aprobación.

A las crecientes denuncias por la incapacidad del Ejecutivo para contrarrestar el aumento de la delincuencia se sumó un encontronazo con el estamento militar al descubrirse un millonario caso de corrupción en la Armada (Marina).

En el capítulo de los derechos humanos Mujica no pudo frenar las ansias de justicia de buena parte del FA, pese a su promesa inicial a las Fuerzas Armadas de enterrar "las mochilas del pasado".

Sus diputados aprobaron en la Cámara Baja un proyecto para anular la Ley de Caducidad, que en 1986 dejó impunes los crímenes de Estado durante la dictadura y que había sido ratificada en dos referendos, en 1989 y en 2009.

"El Frente Amplio, al salir de la dictadura, era el partido que tenía más muertos y desaparecidos, y siempre pensó que en Uruguay debería haber algo así como un Tribunal de Nuremberg (encargado del castigo de los líderes nazis)", argumentó el experto Daniel Chasquetti, y agregó que en cambio, "los ex guerrilleros salieron de la dictadura con una visión diferente y están más cerca del perdón".

Se da la circunstancia de que los grupos más extremistas del bloque oficialista, que incluye a democristianos, socialistas, comunistas y ex guerrilleros, fueron los que auparon a Mujica al poder y son los que ahora más le exigen.

"Es presidente por los radicales del Frente Amplio" y ahora "está siendo una especie de traidor para esos sectores", dijo el analista Daniel Buquet al diario opositor El País en un informe publicado el pasado domingo en el que se acusa al gobernante de "hablar mucho y hacer poco".

Esas diferencias se pusieron de manifiesto a finales del 2010, con una ola de protestas sindicales de diversos sectores, agravadas por el rechazo de los funcionarios públicos a un plan gubernamental de reforma del Estado de futuro incierto por la fuerte burocracia de Uruguay.